Subvenciones mediáticas
Quienes acusan al Gobierno de Canarias, más en concreto a José Manuel Soria como vicepresidente, de torpedear publicitariamente a la prensa que no es dócil con el régimen establecido (término acuñado por ciertos medios) es que aún no se han enterado de la película. Algunos consideran que como los montes andaluz, extremeño, catalán o castellano-manchego son todos orégano (es decir, se puede amenazar con la tarta publicitaria a quienes no canten las alabanzas del PSOE), aquí se aplican el mismo cuento para acusar al tándem Coalición Canaria-Partido Popular.
Lo peor del caso es que algunos se creen estas letanías, las asumen como un discurso propio y cargado de razón. Pero lo único que contienen son falacias y medias verdades, que suelen ser peor que una mentira en toda regla. Guste o no, el Ejecutivo que ahora preside Paulino Rivero ha sido bastante generoso con medios que, incluso, le han zurrado la badana hasta extremos insospechados.
Aquí el problema estriba en que hay periódicos, emisoras de radio o televisiones que tienen en nómina a auténticos vividores de la publicidad institucional. No son todos, por supuesto, son un pequeño porcentaje el que se ha montado para poder trincar de la teta oficial y cuando ve que no le alcanza con la papilla gubernamental entonces berrea, patalea y se pone como el bicho del pantano.
La experiencia personal vivida en La Gaceta de Canarias, cuando el fracasado panadero-constructor venido a editor de pacotilla Fernando Peña asumió la ¿compra? del rotativo, me da la licencia de asumir como cierta la sentencia de que el Gobierno canario jamás dejó de poner publicidad en sus páginas a pesar de los ataques furibundos que día tras día se le metían a Rivero y Soria.
Las diatribas no tenían base, sólo se fundamentaban en un aserto tan lógico como la negativa del presidente regional a darle cuatro millones de euros al proyecto mediático de Peña. Eso sí, quien tenía la responsabilidad de poner freno a ese vodevil prefirió usar la táctica del avestruz. Metió tanto la cabeza en el hoyo que acabó saliendo en la dirección de otro medio de comunicación.
Si La Gaceta de Canarias cerró no fue, precisamente, por la falta de publicidad institucional, sino por una pésima, malévola y facinerosa conducta de un empresario panadero al que nadie, ni director, ni subdirectores ni responsables comerciales fueron capaces de poner coto a sus desmanes diarios. Peor aún, asumieron como propias las ideas socialistas porque, según el caballero, hombres fuertes de la progresía estaban detrás del proyecto.
Distinta es la situación vivida en Castilla-La Mancha con la revista ECOS. Allí sí que se ha cercenado la publicidad de la Junta porque no pasa por el aro de las alabanzas a Barreda. Las críticas a la gestión del mandatario socialista no han pasado por alto y los censores mediáticos del gobierno izquierdista pasaron la correspondiente factura.
Eso sí, cuando la cosa acontence en Galicia con medios de corte independentista que han cerrado o están a punto de hacerlo, entonces la historia es diferente. De nuevo vuelven las acusaciones de que la Xunta los ha dejado morir por inanición publicitaria. Nada de eso. Vivieron muy bien a la sombra del PSOE y del BNG recibiendo cuantiosas prebendas y subvenciones.
Y claro, acostumbrarse a la papita suave es sencillo, pero cuando hay que levantarse a diario para tocar en las puertas de la iniciativa privada (a la que has desdeñado durante cuatro años) entonces vienen las pegas y, al final, los despidos en masa porque el empresario no puede pagar, pero se pinta todo de color de rosa...es decir, la culpa no la tiene un editor, sino el Gobierno por no sostener al medio. Hay que tener jeta.
2 comentarios
Roberto Cefalea -
Máximo Medina -