Sinvergonzonería zapateril
El presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, ha vuelto a sorprendernos con una nueva lección magistral de caradurismo, sinvergonzonería y amoralidad por arrobas. Este personaje que nos ha tocado en las urnas, como al que le toca la muñeca chochona en la tómbola, es una auténtica estafa, un loco peligroso al que conviene poner a buen recaudo en cuanto sea posible. Semejante individuo no puede estar más tiempo al frente del país. Debe creerse que los ciudadanos somos tontos de nacimiento o que nos chupamos el dedo. El gesto de vil desprecio que ha tenido con el Papa Benedicto XVI va mucho más allá del clásico consejo del galeno amigo del “hágaselo mirar”.
Cuando uno gobierna una nación lo hace para todo el mundo, no sólo para contentar a esas minorías para que, según los hechos, le sigan votando en un futuro. Sabemos de la nula creencia religiosa de Zapatero, aunque luego es capaz de renunciar a sus principios morales y pierde el culo (la vergüenza la perdió horas después del 11 de marzo de 2004) para ir donde su amigo Obama y querer participar en aquel desayuno de oración. Por supuesto, a él los versos sagrados se la traen verdaderamente floja, la idea era hacerse la foto con el nuevo amo de la Casa Blanca al precio que fuese, aunque fuese negándose a sí mismo.
Por eso, sinceramente, no es de recibo el comportamiento de ZP en el día de hoy con la visita de Benedicto XVI. El jefe del Ejecutivo no puede dar la espantada por respuesta, pero está claro que a este zoquete que tenemos por mandatario le da lo mismo Juana que la hermana. Es más, aprovechando que el Papa estaba por Santiago ha cogido, ni corto ni perezoso, ha descolgado el teléfono para llamar a Televisión Española para que, sin decir ni media a nadie, un equipo viajase de incógnito con él hasta Afganistán. De hecho, en un lapsus de la presentadora del Telediario 1, María Casado, ésta anunció que la presencia del presidente del Gobierno por aquellos lares había sido por sorpresa. ¡Qué curioso!
Los verdaderos motivos de ZP para no acudir a Santiago no son otros que el temor a la gran pitada, al Zapatero dimisión. Teme la presencia en público porque sabe como se las gasta la ciudadanía, esas personas que eran, a su juicio, tan demócratas e inteligentes cuando abucheaban y hasta agredían a los políticos del PP, pero que ahora ya no le hacen gracia al presidente cuando los improperios se vuelven a él con la misma virulencia con la que él los lanzó contra la vertiente ideológica contraria.
Este es el verdadero adalid y paladín de la alianza de las civilizaciones, de esas naciones donde el respeto a los derechos humanos y a la vida no valen absolutamente nada. Cualquier insecto tendría más privilegios en esos ámbitos que cualquier mujer. Pero nada, la pijoprogresía seguirá prefiriendo ponerse el disfraz de talibán y denunciar únicamente los casos de pederastia de la Iglesia. Deleznable, desde luego, que la Santa Sede no termine de dar un puntapié en salva sea la parte a monstruos de esa calaña, pero más demencial me parece que aquí haya quienes le rindan pleitesía a esos países donde matan por nada a decenas de féminas (y aquí, por supuesto, sin enterarnos).
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Máximo Medina -
Máximo Medina -