Descendidos, al menos estadísticamente
Pinta mal la cosa para el CD Tenerife. Después de 21 partidos disputados, los blanquiazules sólo suman 17 puntos, con cuatro empates en los últimos cinco encuentros, Valladolid, Albacete, Ponferradina, Las Palmas y Granada. La cifra se torna insuficiente para mantener la categoría de plata, todo un fracaso estruendoso y que deja cada vez más pisoteado y ridiculizado el eslogan de principios de verano. Desde luego, en menos de lo que piensas, el representativo tinerfeño estará en la Segunda División B y, lo que tal vez sea peor, con riesgo de desaparecer.
Un amigo periodista, en las previas del partido disputado hace una hora y media, me decía con pleno convencimiento que el Tenerife no bajaría y que si al final acontecía el desgraciado suceso, los políticos de la isla no dejarían que desapareciese. Por supuesto, le di la razón en lo primero, pero más que nada porque aún no cabe en la cabeza ese descenso a las catacumbas del balompié español, mas no así en su segunda sentencia. Las arcas públicas están desfondadas y nadie en su sano juicio, con personas que no llegan a fin de mes, que tienen casi vivir de la mendicidad, iban a permitir que las instituciones rescatasen a un club que, de una u otra manera, tiene que ser previsor con los cuartos.
Lo cierto es que, tal y como expuse en la crónica del partido, ya que no tengo que estar atendiendo al juego, sino a las narraciones de los compañeros Manoj Daswani y Juan Carlos Castañeda, puesto que el señor Armas sigue sin proporcionarnos la acreditación para acudir siquiera a las ruedas de prensa, la estadística está muy en contra del CD Tenerife. Vamos, como dicen en mi pueblo, se está rifando un descenso y en el Callejón del Combate han comprado casi todos los boletos. Más claro, el agua.
De hecho, desde que está instaurada la Liga de Segunda División con 22 equipos, temporada 1997/1998, sólo se han salvado de la quema al final de la campaña dos equipos que en el meridiano del torneo, es decir jornada 21, contaban con menos puntos que los que contabiliza el Tenerife ahora mismo.
Hay que remontarse a ese primer año experimental de 42 jornadas para ver como el Logroñés, con 15 puntos, acabó salvándose en la recta final. Después, en el curso 2001-2002 se salvó el Polideportivo Ejido que sólo había sumado 14 puntos. De resto, la salvación siempre ha estado como mínimo en los 18 puntos, pero hay precedentes muy peligrosos y que hablan de que escuadras que alcanzaron los 23 puntos al término de la primera vuelta, siempre en posición de descenso, claro, acabaron yéndose a la Segunda B: Compostela (2000-2001), Ferrol (2002-2003) y Cádiz (2009-2010).
Hay dos temporadas en las que acabar la mitad de la competición en la zona de descenso no significó al 75% que se acabase bajando al purgatorio de la división de bronce. En la 1999-2000, Elche, Leganés y Recreativo salvaron el pellejo, cierto también que los onubenses lo hicieron por la desaparición administrativa del Mérida. Y en la 2003-2004 lograron eludir el fantasma de la Segunda B el Poli Ejido, el CD Tenerife, que por aquel entonces había contabilizado 20 créditos, y el Málaga B.
Por contra, el último curso, 2009-2010, dictaminó que todos los que terminaron en descenso la primera vuelta acabaron en esa circunstancia en la jornada 42. A saber; Cádiz, Murcia, Real Unión y Castellón. Siempre hay que pensar que queda un rayo de sol, un halo de esperanza, pero ya sólo quedan 21 partidos en liza, 63 puntos y hay que pensar que el Tenerife tiene que lograr de 12 a 13 victorias como mínimo. La cosa no puede estar más complicada.
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Lewis Rogers -