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Desde mi escaño

Parásito mutante

Parásito mutante

Quienes tenemos la fortuna de seguir día a día la política (da igual el ámbito, nacional o local), nos topamos con personajes variopintos, gentes que llevan la cabeza encima de los hombros, pero que perfectamente podían llevar un melón, una calabaza o una sandía en lugar de esa cosa redonda con ojos, nariz, orejas y cerebro. Bueno, lo único que sí llevarían incorporado es la boca y si ésta no la tuvieran, se la pintarían. El caso es que no conozco a político alguno que se precie que no suelte por la cavidad bucal una sarta de sandeces de las que, curiosamente, suele arrepentirse (las menos veces) o sufre un repentino ataque de amnesia y cuales Steve Urkel preguntan ¿lo he dicho yo?

Evidentemente, cada cual en su especie tiene lo que se dice vulgarmente lo suyo, pero en este caso me quiero referir a un político en concreto que pulula por nuestra fauna canaria y que responde al nombre de Ignacio González Santiago, líder hasta ahora del Centro Canario Nacionalista, que pasa a abrazar las tesis de Paulino Rivero, al que, curiosamente, no hace muchos meses que denostaba, al igual que todo lo que representaba Coalición Canaria.

Sin embargo, poco o nada me sorprende del señor González, una persona acostumbrada al travestismo político. Se marchó del Partido Popular porque no le dejaron mangonear a su antojo, intentó imponer su criterio y en Génova le dieron el pasaporte. Después se arrimó a CC, pero de allí salió echando muchas más pestes, que si con Paulino Rivero era imposible entenderse, que así era imposible la unificación del nacionalismo y un largo etcétera de acusaciones que, a la vista de los hechos, tiene que comerse con papas.

Y es que Ignacio González ve con temor, bastante fundado por cierto, que estas elecciones vienen bipolarizadas por el duelo PP-PSOE, que los partidos pequeños tienen poco o nada que rascar y, en este supuesto, Coalición Canaria, sabedora de que no puede perder un solo voto del llamado nacionalismo se cuelga de González, al que no le importa llevar tal compañía, desertor de la tiza incluido (que es así como una vez denominó a Rivero Baute), con tal de conseguir el echadero en el Parlamento de Canarias.

Ahora la unidad del nacionalismo con CC es el invento del siglo, oye, pero le recomendaría fervientemente a mis lectores que busque en Google el ejemplar de La Opinión del 21 de agosto de 2010 y lean el artículo que Ignacio González publicaba sobre el  nuevo nacionalismo y un pacto con Nueva Canarias donde sacarían, según sus cálculos, hasta 12 diputados, lo que motivaría que CC quedase fuera del juego gubernamental. De todas maneras, conociendo también al otro personaje, Román Rodríguez, no es de extrañar que también el líder de Nueva Canarias se hubiese aprestado al apuñalamiento por la espalda. Hoy es nacionalista, mañana comunista y pasado progresista.

Este es el nivel que tenemos en esta bendita tierra canaria, feriantes, vendedores de crecepelo, charlatanes sin ideas conexas que cada cuatro años depuran su verborrea para engañar a los ciudadanos. Evidentemente, no voy a decir que no se pueda evolucionar, nada más lejos de la realidad, pero lo cierto es que en el caso del señor González sus cambios de ideas son sospechosamente cíclicos. Cada cuatro años cambia el discurso a conveniencia. Hoy es el más ferviente admirador de las prospecciones de petróleo, mañana se pone el traje de ecologista nacionalista y es capaz de montarse en un barco de Greenpace para evitar que se monte una plataforma petrolífera. En fin, en ustedes está respaldar a esta especie parasitaria, a un jeta y un aprovechado de la política y de los votos que ustedes depositen en las urnas.

1 comentario

Máximo Medina -

Si entramos en el mundo de la condescendencia podríamos decir aquello de que el que tiene boca se equivoca o incluso que rectificar es de sabios. Pero en esta ocasión no creo que tuviera algún valor, más que nada porque lo que Ignacio González Santiago, y cualquier político, busca es salir elegido y tener una ocupación más que digna. Es evidente que podría saltarnos con aquello de que yo en mi profesión estaría mejor que en la vida pública, pero muchos lo dicen, pero pocos lo hacen. Que yo recuerdo sólo Manuel Pimentel (exPP) y Antonio Asunción (aún PSOE) dejaron la política y se fueron a sus asuntos profesionales, pero son las dos excepciones que confirman la regla. González Santiago intenta ponerse en la sombra cuando hace mucho sol y si bien es lícito y hasta lógico, su pasado le delata. Ahora que lo recuerdo aunque sin ánimo de analogía ninguna, dicen también que por la boca muere el pez. Los políticos no son peces, pero boca sí que tienen.