Winehouse: La casa del vino
¿Se ha muerto o se ha suicidado la cantante británica Amy Winehouse? Me da exactamente lo mismo. Al estilo de lo que vivimos hace un par de años con el fallecimiento de Michael Jackson, ahora las masas de fans incontrolados e incontrolables lloran la marcha de una artista que hizo de su vida un auténtico martirio entre sustancias estupefacientes y litros de alcohol, normal además en una persona que, si lo traducimos al castellano, llevaba el apellido de casa del vino, Winehouse. Con esa mácula genealógica, normal que haya tenido unos años de desenfreno etílico y pastillero hasta que el cuerpo le dijo No, no, nooooo.
Lo que jamás entenderé es como estos ídolos de barro pueden tener tal capacidad de persuasión entre nuestra juventud. Desde luego, entiendo, gracias a Dios, que se trata de un grupúsculo de jóvenes lo suficientemente descerebrados y mononeuronales como para tener como modelos de referencia a este tipo de cantantes que llevan una vida autodestructiva, personas que teniendo todo a su alcance, dinero, fama, prestigio, popularidad, prefieren tirar todo por la borda y, quizá lo que es peor, que quienes les siguen copian milimétricamente esos parámetros conductuales y no es de extrañar que posteriormente se sucedan los suicidios para seguir a la diva en la otra vida.
Amy Winehouse era una cantante mediocre, pero que contaba con una excelente promoción discográfica detrás. Es verdad que quienes han sostenido a esta artista han tenido un mérito tremendo. Cancelaciones de conciertos a pocos minutos de salir al escenario, presentarse borracha como una chuza ante sus fieles y además, por supuesto, no disimular ese coma etílico (desconozco si a los asistentes al evento que estaban en la primera fila les caería restos de la pota encima).
Ahora, al igual que pasó con Jacko (¡¡¡qué mala idea referirse a él con ese sobrenombre en España!!!) la discografía de la casa del vino, es decir de Winehouse, subirá como la espuma, sus producciones se revalorizarán, aparecerán, curiosamente, obras inéditas, rarezas, remasterizaciones, revivals varios, recopilaciones, todo con tal de mantener vivo el mito. Desde luego, quienes al final se van a poner las botas serán aquellos que tengan los derechos de la ya fenecida cantante, pero estoy seguro que tampoco llegarán al nivel del corsarismo mendicante de la SGAE. Quienes así lo deseen, seguro que podrán seguir pinchando (nunca mejor dicho) los discos de la Winehouse sin temor a que venga la recetita económica. En cambio, en España, pinchas (también nunca mejor dicho) una canción de Antonio Flores, y los Teddy Bautista boys te esperan para clavarte un buen pico…pecuniario, claro.
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Máximo Medina -