Rubalcaba, la marca que no es blanca
Alfredo Pérez Rubalcaba quiere afianzar como estrategia electoral que sólo aparezca su nombre. La marca PSOE pesa como una losa para él (y para cualquiera que fuese el candidato tras siete años infectos de zapaterismo) y en sus apariciones públicas y en su primer vídeo de campaña toda referencia a las siglas de Pablo Iglesias son contadas y rápidamente desaparecen de pantalla, no vaya a ser que haya algún despistado que se dé cuenta del hecho y le vayan a romper la táctica al aspirante de la zurda.
A estas alturas de la película, a pesar de que Rubalcaba quiera ocultar su identidad, es imposible que lo haga. Todos sabemos a qué Ejecutivo ha pertenecido, las decisiones adoptadas, el sí por sistema a las políticas alocadas e imprevisibles de Zapatero. El candidato del PSOE, se ponga como se ponga, no es nuevo ni está separado de la marca del puño y la rosa. Es exactamente lo mismo. Es como esa moto vieja a la que le das una capa de pintura, te la quieren hacer pasar por nueva, pero en realidad su cuentakilómetros está más usado que el c…de la Bernarda.
Pese a todo, Rubalcaba no se rinde, no ceja en el empeño de presentarse ante el electorado como un novedoso producto de márketing. Campaña agresiva, insistente, intensiva y hasta invasiva. Sin embargo, no deja de ser como esos refrescos de cola que compiten por hacerse un hueco entre la Coca Cola o la Pepsi de toda la vida. Puedes hacerles una estrategia publicitaria impecable, pero cuando llega el momento de la verdad, el producto no aguanta el primer embate, y encima su gas tiene menos fuerza que el original. Algo así es lo que le sucede a Rubalcaba, pero no nos pueden dar ese gato por liebre.
Aún así, Rubalcaba es capaz de vender su alma al diablo o, dicho de forma más casera, de avanzar su vídeo electoral a la cabecera amiga, El País. De hecho, la presentación que hizo Elena Valenciano fue un esperpento porque no había nada que mostrar que fuese distinto a lo que ya se había visto en la web del digital de Prisa. Un gesto más del pánico del candidato RbCb a ser implicado o relacionado con el PSOE. Veremos a ver cuánto le dura esta estrategia y, sobre todo, quienes serán sus teloneros en los mítines. Me imagino que no querrá ver ni en pintura al abuelo cebolleta, es decir a Felipe González o, sin ir tan lejos en la Prehistoria, al mismísimo Zapatero. Si por él fuera, los grandes foros se quedarían reducidos a esos encuentros sectoriales que tanto le gusta tener, donde mejor se mueve y convence (engaña) a cuatro incautos que creen que Rubalcaba es una nueva formación política.
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Máximo Medina -