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Desde mi escaño

No es lo mismo

No es lo mismo

Rubalcaba, por una vez y sin que sirva de precedente, tiene razón. Dijo en uno de estos mítines-charletas de fin de semana que el PSOE y el PP no son lo mismo. Es una verdad como un templo. A día de hoy, y a falta de otras alternativas democráticas por culpa de nuestro nefasto sistema electoral, los ciudadanos tendrán que decantarse entre una gestión de siete años de paro, de conflicto, de leyes superficiales y de gasto a manos llenas para mayor gloria de los amiguetes, sindicatos y gente con el carné en la boca o apostar por una formación que al menos aboga por llevar a cabo un proyecto de Gobierno como Dios manda (por mucho que esto le haga mucha gracia al candidato socialista).

Rubalcaba, insisto una vez más, es el aspirante que ha sido copartícipe, cómplice, parte interesada y sujeto activo en las decisiones del Gobierno a lo largo de estos siete años, una persona que se ríe bastante de las convicciones religiosas de otras personas pero, paradójicamente, decía amén a todo lo que proponía Zapatero, aunque fuesen medidas completamente disparatadas y sin una base sobre la que sostener dichos planteamientos.

Dentro de esos proyectos a los que Rubalcaba hizo la postura genuflexa tenemos los famosos 400 euros, los 2.500 euros del cheque bebé, la ley de memoria histórica, hacer que España sea barra libre del aborto, enfrentarnos con Estados Unidos, negar la crisis o darle a la maquinita de crear parados, a pesar de que el ahora candidato de Ferraz sabía la fórmula para acabar con el paro. Más bien será para ‘rubalcabar’ con el mismo, digo yo.

Lo que resulta innegable es que al calorcillo de unas encuestas cada vez más calientes para los de la sede de Génova y más gélidas que la Antártida para el socialismo, a Rubalcaba se le ‘rubalacaban’ las ideas, ya no sabe qué gracieta hacer en los mítines para que le escuchen, para conseguir al menos una leve carcajada. Si Felipe González fue un seguidor de las ‘cantinfladas’, el candidato socialista está imponiendo el estilo de hablar mucho sin decir nada. Si a Rajoy le acusamos, y además con razón, de no ser claro con sus propuestas, de Rubalcaba podemos decir que ni siquiera sabe lo que quiere ni como expresarlo. Por eso, desde luego, PP y PSOE no son lo mismo.

1 comentario

Máximo Medina -

Hay muchas diferencias esenciales entre PP y PSOE, pero la principal es que los segundos deben apesebrar a sus adláteres mientras que la derecha no tiene la obligación de subvencionar a los suyos, porque ya tienen lo suficiente. El PP, en los 8 años de Aznar, sólo intentó, y consiguió en parte, poner orden en todo lo público, algo que los socialistas como que no. Dentro de ese orden, hubo muchas cosas del ámbito laboral, que posteriormente se cargaron los del puño y la rosa porque no resulta muy 'progresista' que sólo haya un contrato temporal y el resto fijos. Es evidente que para poner orden también debe haber estabilidad y probablemente esas sean las premisas de Rajoy si llega a Moncloa, que si llegará. Otra cosa muy distinta es tratar de favorecer a los empresarios sobre los trabajadores, cosa que con Aznar no sucedió porque los sindicatos jugaron su papel, algo que no han hecho en los 8 años de ZP. Además nuestros políticos parecen haberse dado cuenta, salvo el candidato Rubalcaba, de que aquí se acabaron los momentos de hablar, ahora hay que hacer. Reformar el sector financiero (que los bancos y cajas no hagan lo que les dé la gana y luego paga papá Estado) y otro tanto de lo mismo para el sector energético (por qué tendremos una de las energías más caras de la UE) son dos asuntos pendientes que el amortizado Gobierno socialista no ha querido ni mirar. ¿Intervencionista? Pues quizás sí, pero en las cosas que favorecen a unos pocos e hipotecan a la gran mayoría.