El paro tiene acento castellano manchego
¡Cómo no, la culpa del paro en España la tienen las comunidades autónomas! Eso sí, tranquilos, no se me alarmen las masas, no son todas las regiones, sino Madrid (siempre Madrid) y Castilla La Mancha, que debe ser que María Dolores de Cospedal se ha convertido en una inútil de tomo y lomo a la hora de facilitar los medios para la creación de empleo. En fin, a estas alturas de la película y ya dentro de las primeras horas de la campaña electoral tampoco nos vamos a sorprender que el ministro de Trabajo quiera despejar balones y endiñarle el muerto del desempleo a quien sea.
Pero, seamos serios señores. Si por algo ha podido crecer el paro en regiones como la castellano-manchega se debe ni más ni menos que al efecto de soltar lastre, de desprenderse de una patulea de enchufados de la administración socialista de las dos ‘bes’, Bono y Barreda. Hay que reconocer que el sistema clientelar que se había montado del Tajo para abajo era un contubernio pelín caro, pero sumamente efectivo a la hora de cautivar las cándidas almas castellanas. Les dabas un reloj en los mítines y raudos y puntuales acudían a depositar el voto en la urna a favor del PSOE. Así, con una organización casi piramidal, con un ejército de ímprobos funcionarios prestos al pastoreo de puestos de libre designación, el socialismo ha vivido sin preocuparse de mucho más. Lo que pasa que cuando se percibe la falta de parné los mercenarios que hoy están contigo se intentan pasar al barco adversario, a ver si cae algo.
Sin embargo, y eso hay que alabarlo, de momento la señora Cospedal está ejecutando a la perfección, con limpieza increíble, el arte de la tijera, recortando por aquí y por allá, en esas áreas donde es preciso, donde el gasto era mucho más que superfluo, la nadería suprema elevada a la enésima potencia. Se habla de miles de personas que han tenido que salir corriendo de la Junta de Castilla-La Mancha, pero es que no había necesidad de tener a un personal que a veces se estorbaba entre sí. Con Bono y Barreda se había institucionalizado la figura del vago-funcionario, un personaje peculiar cuya única misión era estar sentado en una silla, con una mesa delante, pero sin papeles que ordenar u ordenador que teclear. Eso sí, a finales de mes, cuantioso sueldo a la buchaca.
Evidentemente, ya se espera de cara a los meses que viene un repunte del paro a nivel nacional en cuanto se barra a ese ejército de colocados por la religión del ateismo socialista. No obstante, esa cifra de personajes acostumbrados a no dar un palo al agua se verá compensada con la creación de empleos donde verdaderamente crece un país, en los sectores productivos. Porque es evidente que el chupatintas de la oficina de 8 de la mañana a 3 de la tarde, de cortadito, Marca y escaqueo de media mañana no produce, pero lo peor es que a veces retiene las solicitudes de esos autónomos que sí quieren sacar adelante España, pero que se ven afectados por la enfermedad larriana del ‘Vuelva usted mañana’. Y el primero de estos incompetentes tiene nombre y apellido, Valeriano Gómez, ministro del paro, aunque es verdad que ha tenido buenos y excelsos maestros, Jesús, que no te enteras, Caldera, y Celestino, agárrate los machos, Corbacho.
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Máximo Medina -