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Desde mi escaño

Sin explicaciones

Sin explicaciones

El titular de Fomento, José Blanco, debería dejar de escudarse en las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros y dar las explicaciones pertinentes con relación a su presunta implicación en tratos de favor a empresarios. Si lo de la gasolinera puede denominarse un capítulo chusco y propio de esta España cañí, lo de las conversaciones interceptadas con el empresario Orozco para obtener una serie de prebendas en las inmediaciones del aeropuerto de El Prat o para conseguir también un buen pellizco en la ampliación del aeródromo de La Coruña ya suponen un paso más, un nivel más elevado para que Blanco dé la cara.

Evidentemente, la Justicia ha actuado de un modo sibilino, retrasando adecuadamente las actuaciones para que el caso Campeón no sea objeto de debate a lo largo de la campaña electoral (aunque tanto Rubalcaba como Rajoy pactaron subrepticiamente no hablar de ello tampoco durante el cara a cara), pero las sospechas, las insidias, que diría el otro, ya están sobre la mesa, sobre el tapete de los comicios y parece una tomadura de pelo a los votantes que aquí sigan yendo en las listas imputados, sospechosos o como se les quiera llamar.

Y es que ésta es otra buena. Aquí los políticos, sean del color y del pelaje que sean, coinciden en un aspecto esencial, la manipulación del lenguaje de una manera increíble. En cualquier empresa que se precie, cualquier candidato a entrar en ella, desde el momento en el que el departamento de recursos humanos tenga la más mínima sospecha de que está delante de una persona con tentaciones cleptómanas o aprovechar su posición para enriquecerse ilegítimamente, con operaciones que pueden llevar a la quiebra a su propia compañía, lo normal es que a ese aspirante se le dé una patada en salva sea la parte.

Sin embargo, en España tenemos una empresa que es regeneradora de los trincones, chorizos y delincuentes acreditados o por certificar. Se llama concretamente Partidos Políticos y si unos llevan a un candidato a la Generalitat Valenciana y luego tiene que dimitir a los dos meses por los trajes, otros llevan a gala al ministro de Fomento de las reuniones secretas en gasolineras de carreteras secundarias. ¿Y luego se extrañan que la gente pase de la política? En resumidas cuentas, blanco y en botella, la ciudadanía ya está harta de que le hagan trajes a cuenta del bolsillo del contribuyente.

1 comentario

Máximo Medina -

La influencia de los políticos en todos los ámbitos es cada vez mayor. Y mucho más si uno forma parte de un Gobierno que destina miles de millones a obras públicas que son ejecutadas por empresas privadas. La transparencia y la custodia de los dineros públicos debe ser exquisita y si se descubre un desliz ahí están los jueces para imputar cargos a todo aquél que haya transgredido la ley o que por lo menos presente indicios de ello. Aquello de que todos somos iguales ante la ley a veces se queda en una frase digna de un brindis al sol. Ojalá que en España la Justicia cambiara tanto como para ver en los banquillos a dirigentes políticos o cargos electos respondiendo de sus actos públicos. Aunque presumo que es algo más que un sueño.