¡Qué cómicos!
España puede presumir de tener grandes dúos humorísticos: Martes y Trece, Pajares y Esteso, Cruz y Raya, el Dúo Sacapuntas, Faemino y Cansado, pero quien supera de largo a todos estos monstruos de la escena cómica es el conformado por los inigualables e insuperables Toxo y Méndez, los líderes sindicales de CCOO y UGT, respectivamente, y que han contado el gran chiste de la semana, del mes y del año: ¡Oye, tú, que nos vamos a huelga! ¿Motivos para hacerla? Sí, todos los que quieran y muchos más, el problema es que las movilizaciones tenían que haber empezado tres o cuatro años antes, pero, ayyy amigo, la subvención es la subvención y entonces si te movías, no te daban el caramelito.
Los cinco millones largos de desempleados que tenemos en nuestro país es un dato lo suficientemente alarmante como para que alguien se ponga las pilas, pero ya. Está claro, a tenor de los acontecimientos vividos en los últimos tiempos que las dos grandes centrales sindicales no son, precisamente, el mejor ejemplo de ayuda y cooperación a la hora de rebajar una cifra tan impactante. El único gesto conocido a los Toxo y Méndez de turno fue el de perpetrar un simulacro de huelga general el 29 de septiembre de 2010 que contó con menos respaldo que un partido de la liga moldava.
Ahora, nuestros inmovilistas UGT y CCOO se postulan como entes amenazadores contra el Gobierno de Mariano Rajoy. La reforma laboral (como a casi todos) no les gusta. Es verdad que eso de que toquen lo de los días de despido, por ejemplo, es como para echarse a temblar, una invitación, bajo mi punto de vista, a facilitar la salida de empleados de una empresa, siempre y cuando no vaya acompañada de los mecanismos necesarios para facilitar la contratación y una movilidad del mercado laboral en España.
Habría que analizar con profusión no sólo cuáles son las trabas principales de esta reforma laboral que tanto nos acongoja, sino también que dejan de percibir los señores sindicalistas para que ahora, curiosamente, recuperen de forma milagrosa su batería reivindicativa, su lucha obrera de clases y demás frases hechas de un discurso que, aunque se presente como nuevo, suena ya demasiado rancio y el riesgo de sufrir una contaminación acústica es más que evidente.
1 comentario
Máximo Medina -