Jugar con los parados
Que el PP tiene un serio problema con el paro (bueno, lo de serio es un eufemismo con los más de cinco millones de desempleados que hay en España) es algo innegable. La realidad es la que es y no hay maquillaje suficiente (ni con todas las remesas de Margaret Astor) para disimular medianamente el drama que millones de familias viven en nuestro país a diario. La lacra de saberse no sólo descartado para el mercado laboral en el día de hoy, sino también para los próximos meses y con la amenaza de los desahucios siempre presente, hace que la vida de muchos de nuestros conciudadanos sea lo más parecido a montarse en una montaña rusa, pero con el inconveniente de que las barras de seguridad no funcionan y una parte del trayecto ha desaparecido. Es decir, el batacazo está garantizado, se mire por donde se mire.
Está claro que el presidente Mariano Rajoy tiene mucho trabajo por delante, al igual que su ministra de Empleo, la señora Fátima (hazte un milagrito) Báñez o el resto del gabinete monclovita para intentar revertir las cifras de paro que asolan a la economía de España. Todos estuvimos de acuerdo en imputarle los datos de diciembre al anterior Ejecutivo porque era verdad que hasta últimos de diciembre de 2001 el nuevo Gobierno no pudo entrar a gestionar nada. Pero desde entonces, la cosa ha ido a peor. ¿Cuestión de inercia heredada? Puede ser, pero esa es una explicación vaga, vacilona, comodona y ante la que nadie puede sentirse reconfortado. Vamos, que no es como cuando llueve, nieva o truena, que son cuestiones que asumimos como normales. Lo del paro, no. No podemos resignarnos a ver la vida pasar.
Sin embargo, me resulta bochornoso que quien ha tenido la responsabilidad (o la irresponsabilidad) de mandar en España los últimos siete años, es decir, el Partido Socialista Obrero Español, salga ahora con la milonga de que no se puede mantener el drama de los seis millones de parados. Era patético observar y escuchar a Alfredo Pérez Rubalcaba hablando de que él y el PSOE van a luchar por los desempleados, que no van a permitir ese crecimiento en el número de personas que se quedan sin ocupación. Lo curioso es que Rubalcaba formó parte de esa Administración de Zapatero que pasó de los pocos más de dos millones de parados a cinco millones.
Está claro que los mensajes que se van a lanzar durante estas tres semanas van a estar condicionados por la doble cita electoral, Asturias y Andalucía (sobre todo esta última), así que tendremos que prepararnos para escuchar más demagogia. Lo del Principado, el adelanto electoral, era imprevisible, pero es verdad que en la comunidad del sur de España hubiese sido evitable estar enfangado en los comicios si estos se hubiesen celebrado a la par que los Generales. Y en medio de todo este maremágnum electoral, electorero y electoralista, más de cinco millones de parados que miran a izquierda y a derecha con la duda, razonable, de ver quién les dará trabajo o quién seguirá atropellado sus derechos y su dignidad como personas.
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Máximo Medina -