iMango un iPhone
Las nuevas tecnologías, nadie lo pone en duda, nos ayudan de manera inestimable en nuestros quehaceres diarios. Hoy en día, por ejemplo, es casi imposible perderse en cualquier ciudad, por muy grande que sea ésta, gracias a los teléfonos de nueva generación a los que, como siempre digo, sólo les falta tener nevera y microondas para ser el elemento único y esencial para asegurar la pervivencia de cualquier ser humano. Además, afortunadamente, a diferencia de los años 80 o 90, los precios han sufrido un desplome importante y esas maravillas de la industria están al alcance de todas las personas. La única diferencia es el tuning que se le quiera hacer al aparatejo en cuestión, como tener un móvil con diamantes engarzados y que puede salir por encima del millón de euros, pero bueno, eso ya va en cuestión de lujos y de tener sobrante para tirar a lo bobo el dinero.
Por eso, como ya hoy en día no hay nadie (salvo por propia voluntad o por rechazo a estar insertado en la dictadura frenética de las nuevas tecnologías), me ha sorprendido sobremanera una información de la Agencia EFE y que daba cuenta de la dimisión de un político valenciano por, ¡pásmense ustedes! haber mangado supuestamente el iPhone de su asesora. Parece un chiste malo o una inocentada, pero los hechos, según se relata en el despacho de la agencia, se acercan bastante a la verdad.
El caso es que el concejal del Ayuntamiento de Quart de Poblet y secretario local del Partido Popular, Josep Sanmartín, se vio en la tesitura de tener que poner su cargo a disposición porque, al parecer, se apropió del teléfono móvil de su asesora y después amenazó para que se retirase la denuncia.
Este político, según las mismas fuentes, supuestamente se adueñó de un iPhone propiedad de una de las asesoras del consistorio y cuando ésta interpuso una denuncia por hurto, Sanmartín la amenazó para que la retirara. Al final, una vez destapado y descubierto el pastel, al político no le ha quedado otra que presentar su renuncia ante el sonrojo de verse sorprendido por este hurto y que, obviamente, siendo un servidor público elegido por las urnas no podía permanecer un día más al frente de su puesto de concejal ante las posibles sospechas de que si hoy era capaz de pisparle a una asesora un iPhone, quizá mañana podría haber tenido la tentación de meter mano en la caja de los caudales públicos.
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Máximo Medina -