Europa no perdona
Europa no perdona, y no me refiero en esta ocasión a la economía española y su prima de riesgo, sino a lo que ha pasado con los dos grandes clubes de nuestro fútbol, Real Madrid y Barcelona, que se han visto sorprendidos en la ida de las semifinales de la Champions League con dos derrotas (la de los blancos bastante solventable en la vuelta) que no se esperaban a priori. Y es que ni Bayern de Munich ni Chelsea, a pesar de estar uno o dos escalones por debajo del nivel de los dos favoritos para hacerse con el cetro continental, se dieron por vencidos antes de tiempo y ahora, en cierta medida, han conseguido sembrar serias dudas en los representantes patrios.
Es verdad, tampoco vayamos a ser catastrofistas, que el Real Madrid tiene todo a su favor para voltear el 2-1 del Allianz Arena. El principal enemigo de los blancos es solamente un planteamiento raro de Mourinho, que de repente se vuelta majareta y descoloque a los jugadores de sus posiciones habituales. En cuanto al Barça, lo complicado no es en sí el rival, que está entre a medio hacer y pasado de vueltas en función de la alineación que ponga en liza su preparadpr, sino que en el Nou Camp acaben convirtiendo el último cuarto del campo en un verdadero frontón como ya pasó en Stanford Bridge y en una contra logren meter un tanto que obligase a los de Pep Guardiola a anotar tres.
Está claro que el plan inicial, la final esperada entre madridistas y barcelonesas está un tanto en el aire, tanto así como a tres goles de diferencia: el que debe marcar el Madrid y que los alemanes se queden a cero o los dos que han de marcar los Messi, Alexis y compañía y que los londinenses no perforen la meta de Valdés. Y todo esto, dicho sea de paso, tres y cuatro días después del clásico de los clásicos del fútbol español, donde se está jugando la Liga entre merengues y culés y con el añadido de que el Chelsea sólo se juega poder llegar a liga de Campeones, puesto que el título de la Premier lo perdió hace tiempo y el Bayern, por su parte, acaba de decir adiós a sus opciones de ganar el entorchado y, por tanto, puede tomarse su compromiso liguero como un mero entrenamiento.
Veremos a ver qué sucede dentro de seis días, pero a más de un madridista y de un barcelonista le empieza a entrar la taquicardia viendo que su reservado y pagado viaje a Munich para la final de la Liga de Campeones pende de un hilo. Y es que Europa, insisto, no perdona ni media y la prepotencia con la que en cierta medida se viajó a Alemania y a Inglaterra se ha pagado cara, aunque quedan 90 minutos para solventar el desaguidado.
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