Melchior no coge la guagua
Rezaba un eslogan en los años 90 lo siguiente: "Con Titsa déjate llevar", un mensaje pomposo para que los ciudadanos se decantasen por elegir el transporte público en vez de coger el contaminante coche. A lo largo de muchos años, es verdad, Titsa ha sido el modo de poder desplazarnos a lo largo de la isla de Tenerife y, especialmente, dentro de Santa Cruz, en La Laguna y entre ambos núcleos. Contaba con unos precios razonables y además unas ayudas importantes para determinados colectivos, entre ellos las de aquellas personas con problemas de movilidad. Éstas contaban con un bono especial expedido por el Cabildo Insular a coste cero, pero sólo para determinadas líneas. Las 900, al ser de menor tarifa, habían de ser abonadas por este grupo de personas.
Sin embargo, con esto de que la crisis no distingue ni a nada ni a nadie, al abuelito Ricardo Melchior no se le ha ocurrido mejor idea que reconvertir la mayoría de líneas 200 que transitaban entre los dos grandes municipios en líneas 900, lo que directamente conlleva que quienes se desplazaban, por ejemplo, de Añaza a Santa Cruz en la 235, ahora su guagua es la 935 y, por tanto, tendrán que pagar la tarifa correspondiente, ya no les sirve el bono gratis que les daba el Cabildo por mor de su especial condición.
Podemos entender, y entendemos, que hay que ajustar los gastos, que hay que mirar con lupa todos los euros que se invierten, que las corporaciones no están ahora para despilfarros, pero también sucede que al final son los paganos de siempre los que acaban saldando la cuenta de los platos rotos, la de esos políticos que no se bajan del coche oficial aunque las ruedas estén pinchadas. El gesto de subirse al transporte público en tiempo de elecciones ya no cuela. Queda muy bien como panoplia electoralista, como fuegos artificiales propagandistas presentar en sociedad las famosas Bermuguaguas en el barrio de El Cardonal, pero no veo a casi ningún representante que luego se suba a la misma (incluso siquiera al tranvía, caro capricho que hemos aceptado a regañadientes y al que nos hicieron subir porque a la fuerza ahorcan).
En fin, aquí parece que todos se copian a la hora de fastidiar a los usuarios del transporte. Si en Madrid la señora Esperanza Aguirre le pega un tarifado de padre y muy señor mío a los usuarios, en Tenerife el Cabildo de Ricardo Melchior abusa de manera despiadada contra un colectivo que se mueve en unos márgenes económicos que no se asemejan, precisamente, al cuerno de la abundancia. Como reza la canción, ¡Sigan bailando!
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Máximo Medina -