La 'realidad' para TVE
Televisión Española intentó, una vez más, ocultar lo que era imposible de hurtar a los ciudadanos, es decir el derecho a la información. Bajar a tope el sonido ambiente durante la interpretación del himno nacional en la final de la Copa del Rey para evitar que se oyesen todos los silbidos, abucheos e improperios varios sólo condujo a dejar patente por enésima vez que en TVE se han propuesto primar el ejercicio de la manipulación por encima de lo que debería de ser un ejercicio responsable de dejarnos juzgar a los telespectadores la realidad.
En tiempos de Franco, por ejemplo, con una sola cadena y con unas radios igualmente controladas, era norma común hacer creer al ciudadano que vivía en un mundo idílico, donde no había manifestaciones en contra del régimen dictatorial, que todo eran alabanzas hacia el Generalísimo, que nos edulcoraban hasta extremos insospechados una realidad que era amarga a más no poder. Y es que, aunque se diga generalmente ese tipismo de que “con Franco vivíamos mejor”, nadie en su sano juicio puede sentirse satisfecho si donde reside carece de algo tan esencial como la libertad de expresión y el derecho a discrepar.
Por eso, ahora que hay una diversidad de medios, televisiones, radios, internet donde es un pozo sin fondo donde se pueden colgar infinidad de vídeos, no se entiende que TVE haya optado, al igual que en el año 2009 en la final de Valencia, por cortar los pitidos. Fueron muchos los españoles que siguieron las imágenes por el canal, pero decidieron escuchar el himno por las radios y, desde luego, lo que menos se oía era el himno. Insultos, abucheos, pitidos a todo trapo era lo que se acertaba a escuchar, a pesar incluso de que se había contratado un equipo especial de sonido para que retumbase con mayor fuerza. Pero ni con ésas.
Una vez más, en conclusión, el ridículo hecho por los prebostes de TVE ha sobrepasado los límites de lo tolerable, un nuevo despropósito que deja su credibilidad a los pies de los caballos. Y es que, si se ha intentado ocultar algo tan evidente y que fácilmente iba a poder comprobarse sobre la marcha, ¿qué podemos esperar del resto de noticias que ofrecen a los espectadores? Como poco, también las pondríamos en solfa y en una larguísima cuarentena.
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