Lujo 'Divariano'
Permítanme la ignorancia inicial, pero, a tenor de las palabras del señor Carlos Dívar, a la sazón presidente del Consejo General de Poder Judicial y presidente del Tribunal Supremo sobre su alergia al lujo y que, por eso, se aloja en hoteles de cuatro estrellas cuando se ha desplazado a la provincia de Málaga, en especial al municipio de Marbella, no he tenido más remedio que meterme en internet y comprobar de manera fehaciente que yo debo ser un roña y un tacaño de campeonato.
Y es que, perdonen ustedes, ¿quién puede permitirse a día de hoy, así, alegremente, desembolsar una cantidad en torno a los 150 euros de media la noche por un alojamiento en Marbella? Pues seguro que pocos, muy pocos, optarían por gastarse esa cantidad, sobre todo pensando en los gastos a los que hay que hacer frente durante el mes. Pero bueno, lo que para ustedes y para mí es un verdadero esfuerzo, para este señor es el chocolate del loro, una fruslería de nada.
Sin entrar en el fondo de la cuestión, si ese dinero lo utilizó o no de manera irregular, si tenía o no derecho a pasarle la minuta al Consejo General del Poder Judicial, lo que me parece de aurora boreal es que este caballero salga a una rueda de prensa para hablarnos de qué es y qué no es lujo. Hombre, por favor, un poco más de respeto a los ciudadanos, con la que está cayendo y encima pretende hacernos comulgar con ruedas de molino.
Por eso, parece mentira que ahora, cual Calimero, diga que le preocupa y que le amarga esta situación de sospecha sobre el uso del dinero. No, caballero, no es esa la cuestión. El verdadero problema se genera cuando usted trata de minimizar unos gastos y sobre todo hacernos creer que estar en hoteles de cuatro estrellas no es lujo. Si me dijese que eso no es un lujo en Estambul, por ejemplo, tal vez se lo conceda, pero que en la España de hoy en día, sabiendo que los establecimientos han optado por rebajar su número de estrellas por una mera cuestión impositiva, es decir que en la práctica muchos cuatro estrellas ofrecen servicios de cinco estrellas, decir que eso no es lujo no cuela ni cargado hasta las trancas de cubatas.
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