Alejados de la realidad
Los partidos políticos en España toman el pelo a los ciudadanos de una manera aviesa. Mientras por un lado se hartan de decir que hay que predicar con la austeridad, que todos nos hemos de ajustar el cinturón y saber vivir en medio de unas estrecheces mayores que la que nos proponía la ministra Apretrujillos con sus minipisos y soluciones habitacionales, por el otro lado estos mismos representantes de la clase política siguen trincando de las arcas públicas como si no costara. Concretamente, y sólo a nivel del Congreso y del Senado, estos partidos se llevan la bonita cifra de 66 millones al año. No es que ordeñen la vaca presupuestaria, es que la dejan sin gota de leche.
Hace tiempo que el común de los políticos ha perdido el oremus, el contacto con la realidad más cruda. Mientras ellos van en taxi y en business class, al resto le toca gastar suela o abono transporte y encima, como debe ser un privilegio eso de tener que trabajar hasta la medianoche, a los madrileños que les toque currar hasta esa hora se van a llevar en unas semanas una desagradable sorpresa, que el Metro cerrará a las 12 de la noche. Eso sí, nuestros políticos seguirán teniendo al chófer delante de la puerta de su majestuoso palacete o delante de la puerta de Las Cortes.
Lo preocupante es que uno mira a la izquierda, al centro, a la derecha, arriba, abajo y hasta en diagonal y no ve una formación que en realidad proponga que los políticos bajen a la realidad y empiecen a vivir como viven el resto de los ciudadanos. No se trata de ponernos en plan soviético, es decir que todos ganen lo mismo, sino de plantear la política como una ocupación laboral que esté regulada salarialmente con unos máximos, nunca con unos mínimos y que, sobre todo, ellos, como rectores de los designios y de los destinos de una patria, sean los primeros en bajarse los sueldos y de esta manera tener argumentos morales para que nos reclamen sacrificios a los demás.
Pero no seamos ilusos, ¿qué podemos esperar de unos partidos que en tiempos de crisis siguen reuniéndose en torno a mesas de maderas nobles, sentados en mullidos sillones y bebiendo whisky del caro mientras cargan la ardua tarea de los recortes y las subidas impositivas sobre las espaldas de nosotros, sufridos ciudadanos?
2 comentarios
Máximo Medina -
Maria hernandez -
La mano que mece la cuna....
Lo peor o lo mejor es que los ciudadanos no somos niños y nos dejamos tratar como tales...