La España de las lentejas
España, el país de las lentejas, del tomate o de los macarrones. ¡Ojalá! Tirando de coherencia y de saber tener los pies en el cielo, el director de Periodista Digital, Alfonso Rojo, ha puesto un ejemplo claro de hacia dónde tendría que dirigirse este país. Durante muchos años nos hemos centrado en compararnos con quienes, desgraciadamente, no tenemos muchos puntos de comparación, es decir las grandes potencias mundiales. Nos hemos propuesto en destacar internacionalmente por tener el mayor número de ricos en listas como la de Forbes, pero nos hemos ido alejando a la hora de consolidar esa llamada clase media, de tal manera que cada vez hay unos pocos ricos y unos muchos pobres que, con demasiada frecuencias, acaban en otra lista, en la de espera para los albergues y comedores de Cáritas.
Cualquiera de nosotros, a día de hoy, firmaríamos a ciegas un papel en el que se nos asegurase que de aquí al resto de nuestros días íbamos a tener garantizado el sustento diario de un plato de lentejas o de macarrones. Sí, está claro que no es igual comer en De María, el Asador Frontón o en la Venta de Moncalvillo, pero desde luego no están los tiempos para exquisiteces, sino para al menos poder tener en el plato algo tan mundano, pero a la par tan nutritivo que esas legumbres o esa energética pasta.
A fecha de hoy, tal y como nos vienen evaluando desde los organismos económicos mundiales, prácticamente tendríamos que someternos a una estricta dieta tan baja en calorías que alcanzaríamos rápidamente una alarmante avitaminosis. Para evitarlo, hay que empezar a poner el remedio y lo primero es acabar con los despilfarros a los que nos hemos acostumbrado en los últimos tiempos, así como a favorecer indiscriminadamente a la banca a la que, mientras se le suministraba liquidez desde el Gobierno para que ésta luego pudiese facilitar crédito a los clientes, se le ha consentido que estrangulase esos mismos préstamos, invirtiese el dinero en vaya usted a saber qué fondos y encima ahora, con el dinero de todos los ciudadanos, hay que pagar ese desaguisado.
Por eso, sin duda alguna, tenemos que apostar por volver a ser esa España de la lenteja y del ándeme yo caliente y ríase la gente. Mejor comer productos patrios de andar por casa a diario que anhelar durante 364 días poder pegarse el atracón. Pero para eso hace falta que se pongan los medios y que este Ejecutivo de Rajoy baje de la estratosfera y ponga los pies sobre la tierra.
1 comentario
Maria Hernandez -
En primer lugar te pido que no hagas mucha publicidad de las exquisiteces que tenemos en La Rioja porque a lo mejor, o a lo peor, nos las nacinalizan....O, peor todavía, se les ocurre venir, a estos sesudos politicos, a celebrar aquí el triunfo de La Roja y no es cuestión...
Mas nos valdria, sí, comer mas lentejas porque con el hierro que proporcionan igual se nos quita el aborregamiento y nos entra el sentido comun a los ciudadanos y tenemos fuerza para protestar un poquito más...
Y te olvidas de las jornadas de puertas abiertas a todo extranjero que llamaba a nuestro timbre. No digo que no haya que ser solidario, pero lo primero es lo primero.
O qué pensaba "Zapatostres" ¿que así se aseguraba el voto? pues NO!