Ladrón de pocas luces
El robo del Códice Calixtino no fue obra de ninguna banda internacional ni de un plan perfectamente pergeñado por un individuo amante de las grandes obras de arte que durante meses estuviese preparando el golpe ideal para hacerse con el valiosísimo ejemplar y que, según el experto Jorge Llopis Planas contó a Periodista Digital, podría haber alcanzado en el mercado negro la nada despreciable cifra de cien millones de euros. La sustracción del libro fue hecha nada más y nada menos que por un ex empleado de la catedral de Santiago de Compostela, un electricista que, lejos de responder al principio básico de su profesión, demostró tener muy pocas luces, pero sí la suerte inicial necesaria para llevarse del templo esa obra de arte.
A muchos especialistas en esto de la criminología, e incluso algún político con querencia a la business class se les disparó la imaginación y hablaban y no callaban a la hora de sostener que esto había sido fruto de una banda internacional que sabía lo que se hacía y lo que se traía entre manos, que posiblemente trabajaban para alguien con un amor desmedido por el arte antiguo y que seguramente, a estas horas, ese Códice estaba fuera de España, en manos de algún megalómano que ni siquiera pediría una rescate por la devolución del Códice.
Sin embargo, la realidad, la verdad de los hechos, es menos novelesca o fantasiosa. El robo fue chusco, sin mayores problemas para este electricista porque, como ya es también popularmente sabido, en muchas iglesias y catedrales no hay un celo perenne por cuidar las valiosas obras de arte que están albergadas en sus muros. De hecho, y sólo a escala local, un catedrático de Arte de la Universidad de La Laguna procedió a denunciar en su momento a un párroco de un municipio del norte de Tenerife porque estaba vendiendo obras de arte a un coleccionista alemán. En otros casos, siquiera es necesario proceder a la operación mercantil, es un pase usted, sírvase y encima siquiera pase por caja. En la iglesia de Taganana, en Santa Cruz de Tenerife, tienen un tríptico flamenco que ya ha sufrido varios intentos de robo y sólo la acción de los vecinos ha impedido lo peor.
Por eso, hay que alegrarse de la devolución del Códice (aunque no sé que demontres pinta Mariano Rajoy procediendo a devolverlo a su lugar original), pero también hay que dar un tirón al deán catedralicio porque, por un lado, fue un descuidado de tomo y lomo al dejar que una obra de arte tan valiosa estuviese al albur del primer desaprensivo que pasase por ahí y, en segundo lugar, ¿por qué una obra tan valioso no estaba expuesta en el museo habilitado a tal fin?
2 comentarios
Máximo Medina -
Maria Hernandez -
Pero algo de tajada si que sacó por lo visto!
Es que teniendo tanto dinero y seguir viviendo en el mismo sitio...
No sabemos que ha estado haciendo desde que fue despedido...
Como dices, el deán tampoco tuvo muchas luces, mas tratándose de toda una Catedral de Santiago de Compostela, que se dice pronto.
Si al parecer faltaba dinero hasta del cepillo ¿Como es que nadie se dio cuenta en tanto tiempo!
¿Que esperaban, una iluminación divina que les desvelase toda la verdad?
En fin, y Mariano Rajoy, si no lo ha robado èl, ¿porque c áspitas lo devuelve?
¡que Dios los pille confesados!
@MMariaHs