Cataluña decide
Cataluña vota dentro de unas horas y tendrá que decidir entre la independencia de Artur Mas, el seguidismo a esas tesis del PSC, ERC o ICV o bien quedarse con el modelo que proponen los partidos del PP y Ciudadanos, los que abogan por una España en común, pero defendiendo a la vez las peculiaridades catalanas, que es lo que sucede en las 17 autonomías de esta nuestra nación. El futuro está en unas papeletas que, insisto, en cuestión de horas comenzarán a llenar las urnas y decidirán el futuro que quieren para su región.
Todo indica que CiU obtendrá una victoria por goleada y que además puede rozar la mayoría absoluta, lo que le pondría en franca posición de libertad de no tener que negociar, siquiera, su peculiar proceso separatista. Mas pretende imponer por la fuerza lo que no es un deseo mayoritario de la población y lo único que está consiguiendo es tensar la cuerda hasta tal punto que tarde o temprano provoque desórdenes de mayor calado en Cataluña.
Los empresarios, aunque sea con la boca pequeña, empiezan a estar sumamente molestos porque ven que sus ventas están bajando considerablemente, y hasta los presidentes de las grandes cajas o bancos catalanes guardan un sospechoso silencio porque saben que no pueden ir en contra de un partido que les debe millones, pero tampoco son desconocedores de que gran parte de su cartera de clientes está en el resto de España y la secesión sería poco que menos que firmar directamente la ruina financiera.
Desde luego, en condiciones normales, todo lo que ha salido respecto a la financiación supuestamente irregular de CiU sería como para que alguien se le lo hiciese ver en las urnas y darle una tremenda torta de realidad a modo de quedarse lejos de una victoria holgada. Pero en Cataluña los independentistas han sabido construir un hábil discurso basado en lo mala que es Madrid, que siempre está intentando expoliar a los catalanes, a ese honrado pueblo donde todo es de color de rosa. Lo que se ha sabido vender muy bien, y que como ejemplo de campaña de marketing es ideal, es que es preferible ser sableado a razón del 3% por un rancio nacionalista de Esplugues de Llobregat a que venga alguien de la cosmopolita Barcelona, militante en el PP o Ciudadanos, y proponga ideas que contribuyan al bien de Cataluña y del conjunto de España.
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