La Troya: No sólo de Pizarro vive Trujillo
Combinar Historia y excelente gastronomía, además a un precio soportable para todos los bolsillos está a tiro de piedra. A sólo 250 kilómetros de Madrid, poco más de dos horas y media en coche y por una más que cómoda autovía, usted podrá encontrar en el municipio cacereño de Trujillo la satisfacción a su curiosidad con nuestro pasado histórico más glorioso, con ese Pizarro triunfal en plena plaza trujillense, y a pocos metros un centro de referencia de la gastronomía local, La Troya, un restaurante que ha pasado de largo el centenar de años y que no ha perdido ese encanto familiar que le hace tan entrañable y que tanto propios como foráneos sigan teniéndolo como lugar de obligada visita.
Y es que cuando ir a comer fuera se puede entender en estos tiempos como algo de auténtico lujo, resulta que el comensal se encuentra con una joya como La Troya y verdaderamente se tiene que replantear si anteriormente no ha estado pagando verdaderas fortunas por restaurantes en los que, con una pinta externa de superlujo, posteriormente, al ir a retratarse con la dolorosa, la relación cantidad/precio no respondía ni mucho menos a las expectativas deseadas.
La Troya no es un restaurante, para que nadie se llame a engaño, que esté plagado de estrellas Michelín, pero sí que ofrece comida de verdad, de la que cualquiera de ustedes tomaría en casa tan a gusto, alimentos caseros, con una clara apuesta por los productos de la generosa tierra extremeña, pero con guiños a la gastronomía del Cantábrico, del Levante, de Andalucía o de las dos Castillas. Y todo esto con una doble sorpresa para el visitante.
La primera sorpresa que se encuentra el cliente que nunca ha estado en este establecimiento es que, cortesía de la casa, le agasajan con una bandeja de ibéricos, una señora tortilla de patatas y una ensalada, todo ello regado de un caldo típico de la zona. Después, una completa carta de primeros y segundos platos y a elegir postre o café.
La segunda sorpresa, que el precio standard no supera los 15 euros por persona, una cifra que es asumible para cualquier economía, teniendo en cuenta que son tales las cantidades que ponen que es casi un pecado de glotonería o de gula volver a ingerir alimento alguno en la noche. Como mucho, una fruta o una infusión que evite pesadillas nocturnas por tanto comer. Desde luego, si alguien echa de menos la comida de toda la vida de su madre, aquí puede revivir esos maravillosos momentos y además atendido por un personal que le va a tratar como si estuviese en su propia casa.
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Máximo Medina -