Rajoy opina del paro:
- Señor Rajoy, ¿Qué le parecen los últimos datos del paro?
- Adiós, buenos días.
Así, con esas tres palabras, el presidente del Gobierno de España dejó plantada a la prensa que a la salida de la clínica La Milagrosa, donde se encuentra internado el Rey, le esperaba para cuestionarle por el tema económico de relevancia, el nuevo incremento del desempleo hasta superar la barrera de los cinco millones de personas.
Mariano Rajoy sigue aplicando punto por punto el manual de la incomunicación de la que ya hacía gala en Génova 13. La máxima de este presidente es que salga su fiel escudera, la gafapastas de Carmen Martínez Castro, a extinguir cualquier rebelión mediática, a enfriar con el portazo y tente tieso a todo periodista que se atreva a cuestionar al líder por algo tan rancio como el paro. No, eso no es un problema que tenga que resolver Mariano, sino que la culpa es del anterior inquilino, de Zapatero. Pero es que el discurso de la herencia recibida está más gastada que las zapatillas de Forest Gump.
Rajoy ya no se acuerda de aquellos tiempos invernales en los que se ponía delante de la puerta del INEM para ser entrevistado en un periódico de tirada nacional como es El Mundo y con un titular en el que aseveraba que cuando él gobernase, el paro bajaría. Pues bien, algo falla en su silogismo porque, o bien no gobierna y por eso no ha bajado el desempleo, o es que verdaderamente su único afán era pillar cacho, sentirse presidente por cuatro años y luego esperar un revolcón en las urnas.
El inquilino de la Moncloa no puede permanecer en esa desesperante situación de pasividad, de desaparecer de la escena pública. Uno no es elegido presidente de una nación para que, en cuanto los problemas crecen, dejarle la patata caliente a la Soraya de turno, a Alfonso Alonso o a Esteban González de ‘quita y Pons’. España necesita gente que dé la cara, no personajes melindrosos, auténticos artistas en evadirse cuando las nubes vienen negras y con amenaza de descargar una tormenta de dimensiones bíblicas.
3 comentarios
Máximo Medina -
E. Vinent -
Si es la segunda opción da muestras de ser un hombre sabio y no un incompetente de tomo y lomo. Si es la primera...ápaga y vámonos.
Nada que añadir al artículo ni al comentario de María.
Sr. Rajoy, como decimos en mi tierra: ¡¡"Mándese a mudar" !!
María -
No nos merecemos a un monigote, una marioneta, dicho sea sin animo de ofender, como Presidente, que este ahí por estar...como la puerta de Alcalá,..viendo pasar el tiempo. Si no sabe que se vaya, yo no estoy dispuesta a mantenerlo ahí casi tres años más. No le votamos para esto.
Ya pasa de castaño oscuro.
Espero que no ocurra, como nos contaba un experto chocolatero, hace poco tiempo, lo que ocurre con las almendras, que a la sexta que te sale amarga, la palmas, te vas al otro mundo. Que este país no la palme con este sexto presidente de la democracia, porque estamos poco menos que agonizando como quien dice y a Marciano, digo Mariano, no se le pasa por la cabeza dar un puñetazo en la mesa y dejar de marear la perdiz.
Parece que vive en los mundos de Yupi o, no sé, que vive en diferido....porque la famosa rueda de prensa a través de monitor, ¡vamos hombre!
No se puede ser mas cobarde...primero, no se atreve a pronunciar el apellido Barcenas, no vaya a ser que salte la alcantarilla y, segundo, Se escuda detras de las mujeres: Soraya Sáenz de Santamaría y, sobre todo, su Secretaria General, Dolores de Codpedal, que como su nombre indica parecía que tenía un dolor el día que hizo las famosas declaraciones sobre el despido diferido.
Rajoy, deja paso!
@MMaria