Humor (político) andaluz
Los andaluces siempre se han caracterizado por tener una guasa que es cosa fina. De cualquier situación cotidiana sacan un chascarrillo, una gracieta, un mote, lo que sea, pero está claro que el sentido del humor tan peculiar que tienen les hace universalmente conocidos, de eso no cabe duda alguna. Incluso en algo tan serio como la política también tienen los andaluces a verdaderos genios capaces de provocar hilaridad entre las masas. Desde Diego Valderas (el de las tetas gordas), a Sánchez Gordillo (el asaltador de supermercados), Javier Arenas (el limpiabotas) y, por supuesto, el más grande entre los grandes, Alfonso Guerra, el incombustible político socialista capaz de tener y retener aún en su intelecto grandes dosis de acidez.
La última perla que ha soltado por su boquita de piñón el que fuese número dos del PSOE con Felipe González se refiere a la trama de los ERE fraudulentos en la Junta de Andalucía y la iniciativa de la jueza Alaya de llegar hasta donde sea preciso para desmontar todo este gran escándalo de corrupción. A Guerra no se la ocurrido decir otra cosa que todo esto está saliendo a la luz porque la magistrada tiene una relación muy fuerte con el que hoy es alcalde de Sevilla, el señor Zoido.
Tiene guasa la cosa que ahora la culpa de que se esté investigando este escandalazo la tenga una posible buena sintonía personal entre una jueza y un alcalde, entre otras razones porque, al margen o no de esa relación (que tampoco define interesadamente el señor Guerra, básicamente porque cuando todo se difumina puede dar lugar a mayores dudas o más morbo de lo que en realidad se puede sacar), aquí lo que ha habido es un mangazo de marca mayor, un supuesto mal uso de fondos destinados a personas desempleadas y que se usaron para llegar a jubilar a personas que ni siquiera había cumplido unos pocos años de recién nacidos. Es de traca.
Y ya que hablamos de relaciones personales, nada mejor que el PSOE de Guerra en este caso para estarse calladito. ¿Les suena un tal Baltasar Garzón, verdad? Pues ese magistrado llegó a frenar ciertas investigaciones delicadas para el felipismo a cambio de una ambiciosa promesa, ser ministro.
El premio a ese sacrificio, dejar la judicatura, fue ser sólo el máximo responsable de Plan de Prevención contra la Drogadicción, una especie de director general, con buen sueldo, pero sin relevancia política. Luego, una vez se desencantó con este apaño, volvió a su despacho de la Audiencia y siguió sacando porquería hasta que, de vuelta los socialistas al poder, ZP supo muy bien cómo ganarse cierto cuartelillo con Garzón hasta ser el juez del Gürtel, de los certificados de muerte de Franco o del desenterramiento de túmulos .Así que mejor ciertos personajes harían bien en no hablar de relaciones personales, porque el boomerang de sus acusaciones acabaría dándoles en toda la cara.
2 comentarios
Máximo Medina -
María -
Pero si no estuvo a la altura cuando gobernaba menos lo va a estar ahora .....
Creo que debería dedicarse a cuidar a los nietos...
@MMariaSp