Arabia Saudí recela del deporte femenino
Arabia Saudí levanta el veto para que las mujeres puedan formar parte de clubes deportivos o acudir a los gimnasios. Sin duda alguna, en otro contexto, sería una noticia para celebrar, pero es evidente que nadie en su sano juicio podría dar carta de naturaleza como información positiva a algo que es una verdadera aberración a la razón, a la moral y a la propia justicia.
Esta nación, que presume de ser una de las más ricas del mundo, resulta que sigue anclada en sus principios feudales y anteriores y siempre ha considerado a la mujer como alguien inferior, un ser que no tiene prácticamente derecho a nada y que, en todo caso, siempre habrá de estar sometida a los caprichos que cualquier varón, ya sea padre, hermano o marido, decida sobre la marcha, amén de un estricto sistema legislativo que deja a las féminas reducidas al mero papel de comparsas, de figurantes sin más meta que la de tener que complacer a los hombres en todo lo que ellos quieran.
Algunos pensarán que esta medida supone toda una revolución y que es un gesto aperturista de una nación eminentemente machista. Nada de eso, se tratan de unas simples migajas. Se deja a la mujer acudir a los gimnasios, pero sólo instalaciones para ellas, no puede haber en la misma instalación una mujer compartiendo el mismo espacio que sus compañeros masculinos. Eso para ellos, para los saudíes, no es negociable bajo ninguna circunstancia.
Da mucho coraje que luego instituciones como el COI hable y fomente una serie de valores universales, pero a la hora de la verdad haga la genuflexión ante actitudes de este calibre. Por supuesto, nadie del Comité Olímpico será capaz de afearle lo más mínimo a naciones como la de Arabia Saudí que hay que abrir el deporte femenino hacia la élite. La respuesta (tras las posteriores carcajadas de los jeques) será que Alá dejó claro que las féminas tenían otras labores encomendadas. De todas maneras no nos vamos a extrañar ante las barbaridades de un país que aún impide a las mujeres coger un vehículo o, por ejemplo, viajar fuera si no es compañía de un varón.
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