Las chicas de oro
Son unas verdaderas campeonas, pero ya no sólo por haber conseguido el máximo galardón en la competición, sino porque apenas tienen medios para entrenar y, aún así, el equipo español de gimnasia rítmica ha conseguido la medalla en el concurso general de la Copa del Mundo, disputado en Lisboa (Portugal) durante el pasado 13 de abril de 2013. España, con 17,300, ha quedado por delante de potencias como China, Bulgaria, Francia, Rusia y EE.UU.
Ahora todos se sienten orgullosos y vienen a hacerse la foto con las ganadoras, entre ellos el propio Comité Olímpico Español, pero estas chicas, señores prebostes de despacho de maderas nobles, coche en la puerta y dietas que harían palidecer al mismísimo Carpanta, no cuentan con las comodidades necesarias para poder ejercer como Dios manda su sacrificada labor. Material escaso, pelotas deshinchadas (cuando no pinchadas directamente) viajes de locos para poder desplazarse a los torneos y, aún así, sacan todo el jugo a sus participaciones porque ellas tienen lo que muchos de los dirigentes no tienen, capacidad de sacrificio y que les gusta lo que hacen.
La gimnasia rítmica, como muchos otros deportes, cuenta con el más absoluto desdén mediático, apenas ocupa unos segundos en televisión (y eso en la pública) o algún cuadratín o una modesta columna en los diarios especializados en deporte. Cierto es que Teledeporte hizo una cobertura aseada de esta cita mundial, pero volvemos a lo de siempre, mañana ya se han olvidado de que tenemos unas campeonas del mundo en una disciplina que está dominada por las grandes potencias de países del ámbito comunista o ya ex comunista, Japón o Estados Unidos.
Insisto en que los éxitos del deporte femenino siguen siendo plato de segunda o de tercera para los medios de comunicación. Fíjense como miles de aficionados del Málaga abarrotaban la sala de llegadas del Pablo Picasso para dar ánimos a un equipo eliminado y como las cámaras de las televisiones estaban allí para dar firme testimonio. Sin embargo no parece que unas campeonas del mundo merezcan tal cobertura. Aun así, estas chicas valen oro porque su trabajo es darlo todo sobre el tapiz y quien no quiera cubrir sus éxitos pues que con su pan se lo coman. Sinceramente, ellos se lo pierden.
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