Nuestras guerreras vuelven a ser de oro
Domínguez, Torrens , Xargay, Lyttle, Lima, Ouviña, Palau, Valdemoro, Nicholls, Gil y su entrenador, Lucas Mondelo, son los artífices de que la España baloncestística femenina también reine en Europa. Nuestras guerreras pudieron contra todo un pabellón que, obviamente, apoyaba a las suyas, a las francesas. También fueron capaces de doblegar a su contrincante y, lo más importante, que nunca perdieron la calma, pese a dilapidar rentas de 12 puntos y que las 'bleus' llegasen a marcar parciales de 7-0, 13-0 y sacarle hasta tres puntos de ventaja las españolas. Pero si hasta cuando peor pintaban las cosas, en el tercer cuarto, con unas galas que parecían que no iban dejar chance a las nuestras, Palau fue capaz de replicar a su técnico que ella veía claro lo que estaban haciendo y que la selección de tiro era la correcta, que no se preocupase por ello.
Las pupilas de Mondelo completaron un campeonato de Europa digno de matricula de honor, con una fase de clasificación inmaculada. Cierto es que evitaron a la anfitriona hasta la final, pero ahí se la toparon y todos los pronunciamientos eran, sobre el papel, favorables a las francesas. Entre otras poderosas razones, la Selección Francesa femenina acababa de ser nada más y nada menos que subcampeona olímpica en Londres 2012, únicamente superada por la potente e intratable Estados Unidos.
Sin embargo, la teoría no siempre tiene su continuidad sobre el papel y España, desde el salto inicial, impuso su juego y su tiempo de partido. Cierto es que nadie creyó que cuando íbamos doce arriba mediado el segundo cuarto, aquello iba a ser un camino de rosas. De hecho, en un abrir y cerrar de ojos, las galas nos clavaron un 13-0 mortal de necesidad. Cualquier rival se hubiera dejado llevar por la corriente y empezar a desesperarse. Las nuestras, curtidas en mil batallas, quizá con menos calidad y fuerza física que las francesas, pero con una moral a prueba de bombas, supieron salir adelante de esa crisis y acabar con una renta mínima al descanso. A partir de ahí, seis-siete puntos arriba o tres abajo y, la mayoría de las ocasiones, punto arriba o punto abajo, España supo jugar a la perfección con un partido ajustado en el que los colegiados no fueron permeables a la presión de una cancha que era una olla a presión. Pitaron lo que vieron y si hubo errores, estos se repartieron de manera equitativa.
La lástima es que hoy, en la prensa deportiva, tuvo mayor repercusión y más espacio el soplamocos que le metió Brasil a España que el hito de la segunda medalla de oro que consigue España en un europeo femenino. Habrá quien se acostumbre a estas marginaciones mediáticas y siempre se alegará que el balompié arrastra más pasiones. Cierto, pero por un día, y encima hablando de que nuestras chicas han logrado toda una proeza, qué menos que haber cedido la parte noble a nuestras guerreras. Lástima de ocasión perdida, la verdad.
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Lewis Rogers -