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Desde mi escaño

Y los huesos se fueron de copas

Y los huesos se fueron de copas

La perito de la Policía Judicial, Josefina Lamas, se ha lucido en el juicio en el que se está determinando la culpabilidad de José Bretón como el autor material de la muerte de sus hijos Ruth y José, al parecer quemados en la finca de Las Quemadillas. Esta aspirante a ‘Pier no doy una’ no tuvo mejor ocurrencia que afirmar en la vista que una muestra de los huesos relevantes para el caso se ‘habían ido de copas’, una salida para justificar su imperdonable metedura de pata de hace un año cuando dictaminó que esos huesecillos eran de animales. Toda una ‘Sherlock Holmes’ la gachí que, encima, se puso farruca. ¿Pedir perdón por el error? Nada de nada.

La defensa del presunto asesino de los pequeños tenía claro que había que jugar a tope esta baza, la de una persona que no supo hacer su trabajo y, especialmente, que dio un dictamen precipitado (ella misma reconoce que le faltaban condiciones para poder efectuar un análisis más detallado). La señora Lamas puso en bandeja la excusa ideal para que el abogado de Bretón se cebase sobre su presa y no la dejase escapar viva hasta que soltó la desafortunada frasecita de que los restos se habían ido de copas.

Luego nos quejaremos de cómo funcionan determinadas cuestiones en España, entre ellas la Justicia y las investigaciones policiales. Sin embargo, un país donde se le quiso dar carpetazo por la vía rápida y por la puerta falsa al mayor atentado terrorista de nuestra historia, no nos podemos extrañar ahora de que una especialista no sólo se equivoque en la apreciación de unos huesos, sino que encima tenga el empacho de reconocer que una muestra desapareció repentinamente, que se habían ido de copas.

También creo que todo esto se debe al circo mediático que se ha montado sobre este caso. Aunque uno valora la máxima transparencia en todos los asuntos públicos, aquí quizá se está desmidiendo todo hasta llegar a montar una performance diaria en los exteriores de los juzgados de Córdoba. Aquí lo que tiene que darse es una sentencia ejemplar a Bretón, siempre que quede acreditado que él fue el autor de la muerte de sus hijos y, también, de forma paralela, que retiren de sus funciones a quienes con su torpeza casi se cargan todo un trabajo que otros han sabido llevar a cabo con profesionalidad y pulcritud insuperables.

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