Wert y las chicas de oro
Siempre es reconfortante y hasta constructivo escuchar de boca de una alta autoridad un elogio hacia quienes se lo tienen que currar hasta la extenuación para conseguir lo que otros simplemente logran invirtiendo grandes cantidades de dinero. Pero en ocasiones, grandes demostraciones económicas no siempre son sinónimo de éxito sobre la cancha (y ejemplos hay a porrillo para dar fe de que gastarte más de 200 millones en fichajes, que se lo digan al Real Madrid de Florentino de la temporada 2009-2010 donde a pesar de los Cristiano, Kaká, Benzema o Alonso no ganó nada y encima fue humillado por un Segunda B como el Alcorcón en la Copa del Rey).
Hace unos días, el ministro José Ignacio Wert recibía a una amplia representación de las jugadoras y cuerpo técnico que resultaron campeonas de Europa en las diferentes categorías. El titular del departamento de Educación, no sin razón, se quedaba anodadado ante tanto brillo de oro, pero es que es normal que sorprenda a cualquiera que el baloncesto femenino, sin tanta repercusión mediática, haya brillado a la altura del masculino y que en la elite, por ejemplo, mientras los chicos de Orenga quedaban terceros, la Selección Femenina ganaba a Francia y además en el mismísimo París.
Wert, emocionado en esta recepción, decía que da gusto reunirse con tanto oro delante. Es mucho los que estáis haciendo, esta cosecha de la que nos podemos sentir tan orgullosos tiene una historia larga detrás. 20 años hace del primero Europeo femenino ganado en Perugia y el hecho de que en pocos meses hayamos tenido tantos éxitos en todas las categorías dice mucho de un deporte englobado en las modalidades de éxito silencioso del deporte español.
A pesar de que este deporte pasa más desapercibido, España cuenta con más de 142.000 licencias de baloncesto femenino. El ministro resaltaba que la práctica deportiva tan enraizada trae a la sociedad "un extraordinario valor formativo". Y es que baloncesto y estudios siempre han ligado bastante bien. No obstante, este deporte nació en la universidad y en Estados Unidos, por ejemplo, a la competición cestística universitaria se le da una relevancia tal que a veces tiene más trascendencia que un partido de play-off de la NBA.
De todas maneras, las buenas palabras ministeriales deben ir más allá, no sólo una política de gestos y maquillajes. Si con pocas facilidades nuestras chicas han conseguido ser de oro, pensemos hasta dónde pueden llegar facilitándoles un poco determinadas cuestiones tales como desplazamientos, alojamientos, canchas en las que poder ejercitarse
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