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Desde mi escaño

Carrefour: 'El cliente es lo último'

Carrefour: 'El cliente es lo último'

Carrefour España debería tener como lema: ‘El cliente es lo último que nos importa’. Peor hipermercado no puede existir en nuestro país, es prácticamente imposible hacerlo peor. Si sus empleados quisieran meter la pata a propósito, estoy convencido de que no les saldría de manera tan natural, tan espontánea. No sé dónde encuentran a estos figuras ni quiénes serán los responsables de recursos humanos, pero desde luego es que se lucen a la hora de maltratar a la clientela a la que llegan a examinar como si fuéramos auténtico extraterrestres.

Carrefour ha conseguido institucionalizar en sus establecimientos españoles la máxima de que si algo puede salir mal, saldrá mal. Las asociaciones de consumidores suelen ponerle en sus listas como uno de los centros a vigilar por sus políticas engañosas en materia de promociones, descuentos y demás historias. Hay que tener un cuidado tremendo cuando sacan grandes ofertas porque, sobre todo si es en alimentación, puede ser que te estén colocando un producto a puntito de caducar. Y como algún empleado te pille rebuscando entre los que están más al fondo puede ser que te ganes una amonestación o una mala cara (como si encima te fuesen a dar gratis ese pack de seis cartones de leche que te caduca pasado mañana).

Por supuesto, siempre ir armado de catálogo y de un teléfono que pueda hacer fotos. La experiencia te dice que cuando llegas a caja la supuesta oferta chollo pasan a cobrártela a precio normal. Uno, ya avispado en el asunto, suele estar al tanto y aún así, aun cuando el cliente les dice que vayan descontando 50 euros del precio cobrado porque se trata de una promoción, intentan decirte que tú te has equivocado, que la oferta ya caducó o que no te has leído bien las condiciones. Y ojo, que no esté la caja a tope de clientes por detrás porque entonces, hasta que la cajera o cajero de turno solventen el problema, te apartan casi como un apestado para que pasen otros clientes.

Pero no crean que todo acaba ahí. Recen para que el producto adquirido no venga defectuoso porque entonces sí que van a conocer el verdadero infierno, la atención al cliente, una especie de triángulo de las Bermudas donde, de repente, su tiempo se va como arena entre las manos y puede dejarse una o dos horas hasta que le atienden (y eso contando con quien le toque en suerte hable su idioma y no tenga que buscarse un intérprete en sanscrito o que sepa el lenguaje de la mula Francis, básicamente por las coces que suelen dar en ocasiones a quienes van a realizar las reclamaciones pertinentes).

Así que, estimados lectores, cuanto menos pisen Carrefour, mejor que mejor. En ocasiones, por cuestión de cercanía, no les quedará de otra, pero entonces invoquen a todos los santos y ármense de más paciencia que el mismísimo santo Job, les va a hacer mucha falta.

3 comentarios

María -

Buen lema, si señor!
A mi me gusta llamarlo Carrefull.
El precio más bajó y le robamos la diferencia.
Por no hablar de las faltas de ortografía en los carteles, como escribir la marca de ordenador Acer con H.
Y, eso, los de recursos humanos deberían contratar a personal que, con todos los respetos, al menos tuviera primaria, porque la entrevista debe consistir en esto:

-¿Sabe leer?
-No
-¿Sabe escribir?
-No
- ¿Sabe decir: "le cobran por la otra caja"?
-¡SI! ¡ESO SÍ!
-Esta usted contratada!

Carrefour es como un establecimiento chino, con la diferencia de que se hacen contratos.
Manipulan descarada el precio para aplicar el 3x2 y al final te sale más caro.
Y el día que caen cuatro gotas hay que entrar con katiuskas porque salen goteras cada dos por tres.

Y cuando algún empleado listillo llama la atención al cliente por rebuscar al fondo, con toda la razón del mundo, los productos que no vayan a caducar tan pronto, no es por dar ideas, pero es como para tirarsela a los pies...

@MMariaSp

Rodrigo -

Hace años que vengo observando conflictos entre clientes y Carrefour. Viví muchos años en Tarragona (supongo que el autor habla de algún centro en Madrid) habiéndolo conocido como Carrefour cuando lo construyeron hacia el año 77, para cambiar a PRYCA tiempo después y volver a su nombre original hace pocos años. Como sea, sin ir más lejos mi madre (ya fallecida) pasó por una desagradable experiencia en los 80, en que la registraron los de seguridad sin motivo y sin resultdos (por supuesto), con lo que juró no entrar nunca más en ese lugar. Promesa que cumplió, efectivamente. Lástima que en esos años sin Internet no le dió más publicidad al tema que el boca a boca.
Por lo que a mi respecta, puedo contar bastantes cosas, como por ejemplo que durante unos meses trabajé como camionero repartidor de productos refrigerados, donde distribuía productos en varios supermercados de la costa. Pues bien, Carrefour era el único lugar donde le metían un termómetro (sonda) a los pollos envasados para verificar que se mantenían a 4ºC (de lo contrario te rechazaban la mercancía), para luego sacar el palet y dejarlo al sol durante un cuarto de hora. Manda huevos! Nunca más compré carne en Carrefour.
Y para terminar, no estaría de más nombrar las cajas de fila única: la mayor estupidez jamás implementada en un hipermercado. Vamos, que hace bastante tiempo que he dejado de comprar a esos mangantes. Son careros, en cuanto pueden te la meten doblada con sus precios, he encontrado artículos mucho más baratos en tiendas pequeñas. En los primeros tiempos buscaron fama de precios baratos a base de reventar el mercado con compras de género a gran escala, pero en cuanto se ganaron la fidelidad del comprador, han ido subiendo gradualmente los precios. Saben perfectamente que casi nadie comprueba las diferencias y que (seguramente) nadie se molesta en tramitar el disuasorio papeleo del "si lo encuentra más barato le abonamos la diferencia".
Sin duda comparto plenamente la idea: del cliente sólo les importa su bolsillo.

Máximo Medina -

Se ve que deben haberle hecho una buena, porque yo hasta ahora no he tenido ningún problema con esa gran superficie que usted cita en el artículo y además hace bien poco me encontré con uno de esos chollos en la leche: ¿Alguien me puede explicar como un producto puede valer hoy 40 céntimos y ayer se cotizaba a 1,42? Es cierto que la caducidad está cercana, apenas 8 días, pero de ahí a semejante rebaja es como para pensar en duendes. En caja me intentaron cobrar el precio del día anterior y me opuse frontalmente y tras una llamada telefónica, todo resuelto. Lo de la 'desatención' al cliente es otra historia, pues sólo quería cambiar el número de unas pantuflas y me obligaron a devolverlas primero y a compararlas de nuevo después. Pérdida de tiempo para el cliente y los cajer@s, pero como bien me anticipó la señorita que me atendió: "para esos menesteres no tenemos personal". Y ahí fuera seis millones de parados. Esto último lo dije yo.