El cantazo de Toni
Llámenme carca, retrógrado, intolerante, inflexible o lo que a ustedes se les ocurra, pero entiendo que la política hay que tomarla con un mínimo de respeto y si uno ha sido democráticamente elegido por las urnas (también tenemos la elección dictatorial o digital) lo menos que puede hacer es partirse el alma las 24 horas por ese cargo, por ese puesto de responsabilidad o por ese escaño que se ocupará durante toda una legislatura.
El problema es que desde hace mucho tiempo nuestra política española se ha italianizado de tal manera que si en su momento aquí nos escandalizaba que en el país de la bota tuviera a una diputada porno, ahora se nos han colado toda una serie de frikis, de elementos curiosos que pueden dar risa, pero en el fondo están frivolizando hasta extremos insospechados lo que tendría que ser una labor seria y no prestarse al cotilleo y al chascarrillo.
Ahí tenemos el caso del señor Toni Cantó, todo un cantazo de político que no sale de una para meterse en otra. Lo cierto es que ya apuntaba maneras cuando se le ocurrió aquella gracieta de, con una aplicación de su smartphone, destruir virtualmente la sede de Canal 9. El vídeo, que aún circula por la red, era un misil que apuntaba contra el edificio de la televisión valenciana y la frase de A tomar por c . El problema es que esa gracieta la hacía alguien que había trincado (legalmente) del erario público de las Cortes Valencianas por haber trabajado para esa cadena autonómica.
Seguidamente, el diputado de UPyD empezó a hacerse con cierta regularidad trending topic en Twitter con frases disparatadas y reflexiones más propias de aquel que asó la manteca. Sus alegatos poniendo en duda las denuncias sobre violencia de género causaron una reprimenda interna de la lideresa, de Rosa, armas tomar Díez, harta de ver y tener que aguantar preguntas sobre el comportamiento escasamente ortodoxo de su diputado.
Pero a Toni Cantó le puede más el protagonismo y rápidamente ha vuelto a encontrar un motivo para que se hable de él, aunque sea mal. Y es haber interpretado una película (no pensaba que los políticos tenían tiempo para esos fines tan menesterosos) que, creo, no debe entrar entre las obligaciones de cabecera de un diputado.
Y no es ya por la temática en sí, bastante espinosa, interpretando el papel de un chapero en Cuba, sino que encima no tiene recato alguno en que todo el mundo le vea tal cual le trajo Dios al mundo. ¿Podemos tomarnos en serio a alguien así? Me temo mucho que no, aunque el quiera defender su arte diciendo que le sorprende que se forme más polémica por sus posaderas que por los políticos trincones. Es que, querido Toni, en ambos casos hay una falta de vergüenza, sólo que los que se lo llevan a su bolsillo, aparte de la desvergüenza, carecen de toda ética y moral. Pero una cosa no tiene que ver con la otra. Y si la vida de político te aburre .pues renuncia al acta y dedícate en cuerpo y alma al mundo de la interpretación. Pero no hagas de la política un gran y penoso plató.
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