18 días: las generosas vacaciones de los diputados...en Semana Santa
España va bien para aquellos que han tenido la fortuna de salir elegidos como protohombres y protomujeres del Parlamento español. Nada menos que 18 días dura su Semana Santa, más incluso que la que disfrutan los estudiantes. Mira que PP, PSOE, IU, UPyD, CiU, PNV, Amaiur, CC, Compromís, BNG, etcétera, etcétera están siempre a la greña, afilando los colmillos en cada comparecencia. Sin embargo, para los temas de los onerosos salarios y de los días de asueto, todos corren arrebato para ponerse de acuerdo. Es un auténtico insulto a la inteligencia de los ciudadanos.
La población española, ante noticias de este cariz, ve con suma preocupación como la clase política, por regla general, se aleja cada vez más y los pies que debían estar sobre la Tierra, ya están camino de la enésima galaxia de Plutón o de Saturno. No conozco trabajo alguno en el que la Semana Santa se convierta en este despiporre vacacional que, además, en el caso de sus señorías, ya supone una reiteración porque en Navidades se cogen casi dos meses y luego en verano volvemos a la misma cantinela. Es decir, que dan menos palos al agua que un beduino en el desierto del Sahara.
No se trata tampoco de que estén en sus escaños ejerciendo de perfectos figurantes a la espera de llevarse la dieta correspondiente. Lo que tendría que ser una obligación de estos políticos es estar ahí buscando soluciones para los administrados que, dicho sea de paso, somos nosotros quienes pagamos sus cuantiosas nóminas y complementos que se llevan al bolsillo cada mes. ¡Que menos que verles activos sobre todo cuando España tiene más de cinco millones de parados!
Pero no, a nuestra clase política se la trae al pairo las imágenes de colas en las oficinas del paro, de las largas esperas frente a los comedores de Cáritas o las peleas tabernarias que se producen en los exteriores de los supermercados a la espera de que se eche a los contenedores los restos de comida de la jornada, esos productos que están a punto de caducar. A nuestros políticos lo que les va es tener el trolley preparado y bajar las escaleras del Congreso como si no fuese a haber un mañana. Un auténtico desdoro y un desprecio constante a los ciudadanos de a pie.
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