Frank de la Jungla: pasado de vueltas y sin diccionario
Hay gente que no sabe andar por la vida si no es dando la nota a cada momento. Se le puede llamar frivolidad, superficialidad o el adjetivo que ustedes mejor tengan a bien poner. Sin embargo, lo que no parece de cajón y traspasa ya todos los límites de lo amarillísticamente aceptable es poner la vida de tus hijos en el escaparate para denunciar una situación tal como la de tener encarcelada a tu mujer por, dicho sea de paso, estar en posesión de drogas y más en un país como Tailandia, donde con esas cosas no se juega.
Este sujeto, que se llama Frank Cuesta, aunque él se hace denominar Frank de la Jungla, lleva varias semanas machacando por las redes sociales que su esposa es inocente, que no llevaba la cantidad que supuestamente se alega y que el día del juicio la sustancia en cuestión desapareció, pero que ello no fue óbice para que encerrasen a su mujer y la pena no es menor, 15 años a la sombra, y encima en una cárcel tailandesa que es para verla.
Hasta ese punto podemos entender y comprender que cualquiera de ustedes haría lo que fuera por intentar sacar a su esposa de la prisión, que utilizaría todos los medios a su alcance para denunciar el hecho en sí. Sin embargo, poner a los dos niños del matrimonio durmiendo al lado de la taza del váter para demostrar gráficamente lo que está pasando su esposa es pasarse de castaño oscuro. A estas alturas todos sabemos lo que es una cárcel tailandesa, coreana o marroquí, lugares que nada tienen que ver con las lujosísimas cárceles españolas. En lo único que son iguales es que en ambas el inquilino está privado de libertad.
Y, como Frank Cuesta seguirá dando la tabarra por las redes sociales, le recomendaría encarecidamente que se compre urgentemente un diccionario. No se pueden cometer más errores gramaticales y faltas de ortografía en tan poco espacio, amén de hacer un uso sobreabusivo de las mayúsculas (¿nadie le ha dicho que esa clase de tipografía es una falta de educación en Internet?). En fin, quizá lo que tiene que hacer el señor Cuesta es controlar que su mujer no se vuelva a pasar de la raya, ni siquiera para consumo propio.
0 comentarios