A Pablo Iglesias le estalla una bomba lapa con Herrira
Se les ha caído la careta. A los de Podemos ya no les quedan más añagazas para poder ocultar lo que verdaderamente son, un grupúsculo que simpatiza con los asesinos de personas inocentes, aunque para Pablo Iglesias todo tenga una explicación política, una justificación para que los terroristas ejecutasen como les viniera en gana el tiro en la nuca o la bomba lapa.
A Pablo Iglesias le ha pillado la Guardia Civil con el carrito del helado o, mejor dicho, a sus amigos de Herrira donde estaba documentado con todo lujo de detalles las relaciones que mantenía el líder chavista con los etarras. Si hasta les había dejado su número de teléfono, su correo electrónico y su novia, Tania Sánchez, también había tomado parte en alguna acción.
A todos aquellos que viesen en este político vestido siempre de blanco inmaculado se les ha caído todo el equipo abajo porque ese modelo que se habían creado de él, casi como una especie de Mesías redentor, les ha fallado a las primeras de cambio y ya empieza, además, a adoptar los peores vicios de aquellos políticos que llevan demasiado tiempo en el cargo, insultar y estar a la defensiva cuando les tocan un tema que a ellos no les conviene.
Ese es Pablo Iglesias, un político con cara de no haber roto un plato, con un rostro amable, pero que se empieza a agriar con el paso de las semanas y la sobreexposición mediática. De hecho, ya ha tenido que ir cancelando citas para algunas entrevistas porque a Iglesias y compañía sólo les gusta hablar con las cartas marcadas, pero cuando la partida es con una baraja que ellos no han podido manipular previamente, entonces las risas y el buen rollismo se cortan sobre la marcha.
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