Rebajas De Prada: la ganga para los etarras
Pulula por estos andurriales de Dios un magistrado que confundió su vocación. Este señor, llamado De Prada, posiblemente poseído por el espíritu de las rebajas de El Corte Inglés, no ha tenido mejor ocurrencia que proponer que hay que reducir las condenas a los presos etarras y lo mejor es que el personaje en cuestión no se ha puesto ni una miaja colorado. Todo lo contario, más bien parece estar plenamente satisfecho como un berberecho con su clarividente discurrir mental. Vamos, si se lo curra un poco más hasta les regala un dos por uno en un crucero y niños gratis.
Pero, fuera de bromas e ironías, resulta lamentable que patio de nuestra judicatura sea cada vez más particular. Particular porque aquí todo el mundo mete cuchara a la que te descuidas. Cada juez es un mundo aparte, de tal suerte o desgracia que lo que se solventa en el juzgado número uno, pese a ser el mismo caso que se sustancia en el cinco, puede arrojar resultados y sentencias opuestas o contradictorias. Desde luego, nunca mejor traída al caso aquella frase, dicha por algún sabio menos ocioso que ciertos magistrados, que juicios tengas y los ganes. Desde luego, si es con el señor De Prada, el ganador sería el acusado, algún etarra malencarado a los que el magistrado considerará sin vacilar una rápida reducción de la pena impuesta.
También es verdad que el problema viene dado por la inacción del Gobierno de Rajoy, que parece empeñado en aplicar punto por punto el manual seguido en la etapa anterior. Aquel Rajoy que se lanzaba como un perro de presa a todas las pancartas en contra de la política llevada a cabo por Zapatero acabó por convertirse en toda una suerte de mero escriba. ¿Hay que soltar a 25 presos? Firmado y además subimos la apuesta otros 25 más, así hasta vaciar las prisiones de expertos en tiro en la nuca, en bombas lapas, en kale borroka y en cobrar el impuesto revolucionario.
En fin, esperemos que también venga el tío Paco con las rebajas y también le bajen y le rebajen las ínfulas de enésimo juez estrella al señor de Prada que, dicho sea de paso, tiene un apellido demasiado enciclopédico para la cortedad de vistas y neuronas que pueblan su magín. ¡En menudas manos estamos!
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