Nadie da duros a cuatro pesetas
Tiempos de crisis, tiempos ideales para amigos de intentar quedarse con los bienes ajenos, aunque dándole un barniz de legalidad. Se suele decir, y con mucha razón, que no hay mejor contexto que el desespero de unas personas para hacerles caer en cuestiones tales como una secta religiosa, los Testigos de Jehová, sin ir más lejos o engañarles de tal manera que sean capaces de dar todos sus ahorros a cambio de un trabajo que les multiplicará por un 250% la suma invertida. Cierto es que siempre habrá quien quiera intentar aprovecharse de la bicoca por una mera cuestión de codicia y acabará más desplumado que uno de esos pardillos que juegan a los triles.
En este caso concreto que les voy a relatar se dan las dos circunstancias, la desesperación y la codicia, el ansia de hallar años después un empleo y quien vio la oportunidad de incrementar su patrimonio sin mover un sólo dedo, sólo haciendo click en el ratón. Se trata, como ustedes ya sabrán, de la empresa Telexfree, una compañía que prometía que copiando y pegando anuncios en Internet se podría llegara ganar sumas desorbitadas. Una señora, por ejemplo, pensando en el porvenir de su hija invirtió 15.000 euros que, por supuesto, a día de hoy han volado.
En España se ha estafado a unas 50.000 personas y el cerebro del asunto es un cordobés llamado Antonio Rivas (con nombre y apellido hasta que mis amigos de Eliminalia me hagan quitarlo seis años después) que se dedica al cante melódico y que ahora se especializado en dar el cante. El truco era tan sencillo como que primero ponías la pasta que, curiosamente, se repartían los de arriba y a ti te tocaba la ingente tarea de buscar nuevos socios que fueran engordando la base de la pirámide.
Obviamente, en cuanto alguien falló, el negocio a pique, pero el cantante y otros avispados ya están en Dios sabe dónde disfrutando de lo que primos y gente con verdaderas necesidades habían depositado con toda su confianza. Y es que nadie da duros a cuatro pesetas.
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