El Toscal, un patrimonio que hemos de conservar
El doctor y concejal de Ciudadanos de Santa Cruz, Guillermo Guigou, colocaba hoy en su muro de Facebook una foto de varias fachadas pintorescas de El Toscal, un popular barrio del centro de la capital chicharrera y que guarda un amplio parecido a esas viviendas de La Habana, lo que deja claro la impronta que dejó allende los mares la arquitectura colonial. Sin embargo, en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife hay a quienes no les gusta la existencia de El Toscal y se empeñan cíclicamente en buscarle tres pies al gato del Plan General de Ordenación Urbana para poder meter las palas, llevarse por delante varias casas y poder colocar en su lugar relucientes rascacielos. Coalición Canaria quiere convertir este ciudad en el Manhattan chicharrero y no va a parar hasta conseguirlo o hasta que los ciudadanos le den definitivamente la espalda a estas termitas con corbata, traje y coche oficial.
Y es que los vecinos de este enclave y todos aquellos que hemos vivido muchos años en la bella Santa Cruz de Tenerife tenemos la memoria suficiente para hablar con conocimiento de causa sobre la alcaldada que se perpetró en tiempos de José Emilio García Gómez (ex CC y luego miembro del PP) con el derribo de una activa Ciudad Juvenil a la entrada justamente de este barrio.
Se trataba de unas instalaciones modélicas en las que los jóvenes toscaleros y de otras partes de la urbe pasaban largas tardes practicando deporte, jugando al ajedrez, leyendo, disfrutando de ciclos de cine, de talleres educativos, de cursos. Un lugar esencial para la integración de todo el mundo y donde todo el mundo era bien recibido. Sin embargo, el Ayuntamiento, en connivencia con CajaCanarias, hizo todo lo que estuvo en sus manos para barrenar aquel pulmón jovial de El Toscal y como vio que todo el barrio se opuso al proyecto aprovechó un domingo 3 de mayo de 1992, día grande en la ciudad, para, de madrugada, y con la presencia del alcalde, despanzurrar dos terceras partes de esta Ciudad Juvenil. Cuando los vecinos quisieron personarse allí, el cobarde de García Gómez había huido como alma que lleva el diablo.
Al final, con unas instalaciones ya inservibles, el Ayuntamiento consiguió su propósito, cargarse todo lo que quedaba para que, curiosamente, luciese un gran centro comercial y viviendas en su lugar y a los pibes se les dio poco menos que una maceta en comparación con lo que tenían con una mini parcela en Casa Pisaca. A día de hoy, nadie ha sido imputado, encarcelado o sancionado por este atropello y eso es lo que provoca que cíclicamente se quiere volver a meter las fauces metálicas por medio de El Toscal. Entre todos tenemos que evitar que políticos de medio pelo quieran cargarse lo que es un patrimonio histórico y social de Santa Cruz de Tenerife.
0 comentarios