Una 'Mancha' en los vinos canarios
Al pan, pan y al vino, vino…y si es de Castilla-La Mancha, pues lo podemos utilizar para intentar hacerlo pasar como caldo canario. No, no crean que exagero o que estoy fabulando, en absoluto. Se trata del último escándalo que ha estallado en la isla de Tenerife donde se han detectado en unos controles rutinarios que había unos vivales de Bodegas Insulares que estaban dando el cambiazo o, mejor dicho, completando la escasez productiva con unos vinos manchegos. No se trata de que sean mejores o peores, sino que de lo que estamos hablando es de dar gato por liebre, de intentar hacer pasar por idiotas a quienes conocen perfectamente los aromas de los vinos de cada región y desde luego la trampa no ha pasado desapercibida y el resultado es que se han producido las primeras dimisiones.
Lo preocupante de este caso es que no es la primera vez que en la isla de Tenerife se producen hechos de este calado. Hace ya algunos años se hablaba de que como algunas bodegas no podían ofrecer la producción prevista inicialmente, la solución era la de complementarla con caldos chilenos, un vino de calidad exquisita, pero que nada tiene que ver con los tinerfeños. Cierto es que ese capítulo aconteció en una época en la que no había un consejo regulador al uso y todo se hacía más al estilo compadre. Todos eran conocedores de la trampa, pero nadie daba la voz de alarma porque todos participaban de manera directa o indirecta de ese engaño.
El problema es que el vino de las Islas está sufriendo duros reveses, entre ellos el de verse alejado de los circuitos nacionales. Las cosas se habían venido haciendo notablemente bien, pero una isla como Tenerife, con cinco comarcas vitivinícolas, es como un pequeño infierno de interese cruzados, de bodegueros que, en algunos casos, no han dejado atrás prácticas rayanas en el caciquismo más rancio y eso es algo que se nota a la legua, cuando siguen adecentándose como verdaderos hombres del Paleolítico, pero a la puerta de su casa les espera un Ferrari o un Mercedes último modelo y hablan por los teléfonos de última generación como si su interlocutor estuviese a 200 kilómetros, a grito pelado. Y claro, de remate, alguno ha tenido la bizarra idea de dar vino manchego como si fuera canario. El resultado, que nadie va a querer ya un vino canario, porque puede ser de las Islas o vaya usted a saber de dónde.
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