El PP se 'traga' a unas quema iglesias'

Si ustedes tienen oportunidad de visitar estos días el Museo Reina Sofía en Madrid, les recomiendo que por salud mental y para ver si alguien espabila de una vez por todas, eviten visitar la muestra ‘Un saber realmente útil’. Seguramente de la treintena de artistas o grupos artísticos que conforman la muestra, 29 están libres de pecado y no merecerían el boicot, pero dado que el elemento discordante, que se hace llamar ‘Mujeres Públicas’  es la manzana podrida del cesto y nadie parece por la labor de pedirle que se vayan con su muestra a otro lado, pues toca interpelarles a ustedes para que den ese paso. Una lástima, sí, pero es lo que toca.

Resulta que esas mamarrachas que responden al nombre de ‘Mujeres Públicas’ llevan entre sus creaciones una apología a favor de la quema de iglesias, así como de barra libre para el aborto. Estas miserables, ya no ateas o descreídas, que al fin y al cabo cada quien es libre de creer en lo que quiera, vienen desde Argentina a insultar a millones y millones de católicos, de gente respetuosa que no tienen porque tolerar esta infamia, este auténtico insulto a la inteligencia. Y aún así siempre habrá quien defienda que eso es arte. No es que sea una auténtica mierda, es que se pasa por el forro de sus caprichos cualquier tipo de respeto a las diferencias ideológicas o religiosas.

Claro que, evidentemente, tampoco es culpa íntegramente de esas sujetas, sino también de los responsables de la muestra y de la dirección de Reina Sofía, que parecen unos babiecas de tomo y lomo. Todo lo que provenga de la izquierda, por muy bazofia que sea, se compra y además a precio de oro.

Y, por supuesto, el PP, que tiene la gestión de estos museos, adscritos al Ministerio que dirige Wert, que prefiere hacerse el IKEA, es decir el sueco, para no actuar con contundencia. Al fin y al cabo es lo que le mola al Partido Popular, que le insulten en las Galas de los Premios Goya o que los artistas se rebelen contra las creencias de los votantes del partido de Génova 13. Como bien diría Hermann Tertsch, es un auténtico escupitajo en la cara de quienes le han confiado su voto.