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Desde mi escaño

Los exprimidores del drama del ébola

Los exprimidores del drama del ébola

La pareja Teresa Romero y Javier Limón (y ya veremos si aparece algún día un tercero en discordia, un celador que convenientemente ha pasado desapercibido) empieza a resultar no solamente cargante, sino además una interesada de tomo y lomo, una especialista en crear una trama, tener a todo el mundo pendiente durante un mes y luego soltarle una pedorreta a la prensa para leer un triste comunicado.

Este par de dos, malasesorados por un abogado de tres al cuarto, apellidado Garzón (también es puntería) están abonando el terreno de las exclusivas para salir en el plató que se convierta en el mejor postor. Esto es cuestión de echarle imaginación y ceros a la derecha. Por lo pronto, pese a decir en ese simulacro de rueda de prensa (más bien parecía un comunicado del Gobierno norcoreano) que no había ni rencores ni reproches, anunciaron que a partir de ese momento desaparecían de los focos y que todo iba a hacerse a través de sus abogados (ya están como las folclóricas, un bufete para ellos dos solos, como si no hubiera más problemas en España). ¿Quiénes va a pagar los meros trámites de interponer demandas por doquier? ¿Ellos? ¿O tal vez las televisiones que quieran contar con su concurso?

Mariló Montero, en La 1 de Televisión Española, tuvo un arranque de dignidad y de coraje y le dijo al propio Limón (el hombre que mejor exprime la rentabilidad de sus dramas) que tal vez convendría dar un paso atrás, que salir con demandas a tontas y a locas podría reportarle inmediatez mediática y ser la star system de todos los medios de comunicación, pero que cuando aquello no tuviese más recorrido, si te he visto no me acuerdo y podría acabar como un juguete roto. Pero eso le dio igual, a Romero y a Limón (y no sabemos si al celador) les gusta más el dinero que a un tonto un lápiz y van a intentar sacarle el máximo partido al tema.

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