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Desde mi escaño

Golfadas en Barajas por cortesía de la Policía: la mafia de los carritos y de los plastificadores ilegales

¿Por qué la Policía Nacional no pone coto de una vez a una de las estampas más indeseables que podemos ver en el aeropuerto de Barajas? Los turistas y cientos de miles de pasajeros que pueden pasar diariamente por el aeródromo madrileño tienen que convivir con una lacra mafiosa, bueno concretamente con dos auténticos cánceres, los que controlan los carritos y los plastificadores o embaladores ilegales  de las maletas.

Los primeros se aprovechan de una especie de vacío legal para mamarle el negocio a AENA. Resulta que el ente Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea decidió hace tiempo cobrar un euro por los carros para llevar el equipaje, de tal manera que el visitante a Madrid-Barajas tiene que ir a un maquinista, meter el euro y le sale una ficha con la que luego puede sacar el carro. Hasta ahí, todo correcto, independientemente de que consideremos que se abusa de los pasajeros a los que ya les ha costado un pico el pasaje.

Sin embargo, como es lógico y natural, entre las prisas por trincar el taxi, el metro o el bus de los que acaban de llegar o las premuras de los que van con el tiempo justo para embarcar, resulta que los carritos no son devueltos y rápidamente hay unos avispados que se quedan con él y en cuanto pueden se llevan ellos el euro que cobran al siguiente viajero. Es decir, que AENA sólo percibe el euro inicial y el resto, unos cuantos miles al día, se los maman estos vivos.

Pero si esta imagen es lamentable, peor es aún la de los plastificadores. Actúan con mucha soltura en la T4 y en la T1 aprovechando los vuelos a Latinoamérica. Es llegar un grupo de viajeros para pesar en los mostradores aún vacíos de empleados sus maletas y te llegan estos golfos a intentar plastificarte el equipaje. Cobran menos que el servicio oficial y, pese a estar denunciado el hecho por las empresas que operan legalmente en Barajas, la Policía dice que no está para velar por los intereses de unas empresas privadas. ¿Perdón? Sí, sí, como lo leen. Que ellos no están para controlar a esa gentuza, así que al final te encuentras en determinados días con peleas tabernarias que harían temblar de terror al mismísimo John Wayne entre la chusma ilegal y los trabajadores que defienden su jornal diario. Y todo esto a ojos de unos policías a los que en boletines internos les han dicho que hagan la vista gorda. ¿Estamos en la Venezuela de Maduro o qué? Chiquita vergüenza.

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