El grito del insensible Correa a los damnificados por el terremoto de Ecuador: "Aquí nadie me grita"
Podía haberlo planteado de otra manera y, seguramente, nadie se habría sentido ofendido o humillado a estas alturas.
Ante cualquier catástrofe natural, conservar la vida y la de los seres queridos es el mejor premio. Lo material, tarde o temprano se recupera.
Pero Rafael Correa, presidente de Ecuador, ha optado por un mal método, enfrentarse de malas maneras a los afectados por el terremoto que ha asolado a la zona norta del país e incluso emprendiéndola a gritos con personas que, más allá de que pudieran haber perdido los estribos, hay que tener en consideración que aún estaban en estado de shock ante el temblor sufrido en los últimos días.
Por eso, en la visita que hizo el presidente populista a la zona afectada, lejos de mostrarse conciliador y, sobre todo, hacer un esfuerzo por levantar el ánimo de sus compatriotas, Correa, que quizás esperaba ser recibido como un dios, no supo controlar su espíritu despota y contestó con cajas destempladas y con veladas amenazas a quienes iban a pedirle solución a su dramática situación.
Aquí nadie me pierde la calma, nadie me grita o lo mando detenido, sea viejo, joven, hombre o mujer. Nadie me empieza a llorar o a quejárseme por cuestiones que falten, a no ser por seres queridos que hayan perdido.
Por supuesto, las críticas no se hicieron esperar en las redes sociales porque, amén de una fuerte subida de impuestos que aprobó Correa, parece que el presidente ecuatoriano quiso dárselas de salvapatrias ante los medios de comunicación, pero luego, sobre el terreno, evitó sobremanera las críticas de los afectados por el fuerte temblor de tierra que se produjo el 16 de abril de 2016.
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