La última chirigotada de 'Kichi': poner al mismo nivel al etarra Otegui y al Rey Felipe VI

Cádiz, la ciudad donde nació ‘La Pepa’, la esencia de la primera Constitución democrática, en 1812, puede ver como más de 200 años de lucha por las libertades y por los derechos más esenciales se puede ir al garete merced al alcalde que tiene en la actualidad la ‘Tacita de Plata’, un elemento que ha llegado a la política por deshacer todo lo que se había construido con esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas.

Porque José María González, ‘Kichi’, que así se llama el primer edil gaditano, está convirtiendo el Ayuntamiento en una sucursal del despropósito más absoluto, en el epicentro de la metodología de la ocurrencia disparatada, en la puerta de entrada de todos los sujetos más subversivos, en una sede de la amnesia más recalcitrante y en una institución que es capaz de olvidar su esencia democrática para jalear a proetarras.

‘Kichi’ ha hecho de Cádiz, de su Consistorio, una chirigota permanente que, lejos de dar risa, da auténtica pena porque estoy convencido de que los gaditanos de bien no pueden comulgar con las barrabasadas que dice al día su alcalde. Es de todo punto imposible que alguien con querencia a la defensa de la democracia y de las libertades pueda ponerle el cuño a las burradas de este edil morado.

La última idea surgida del magín de este político que viste como si estuviese descargando cajas en el puerto, zarcillo incluido, es decir que él, por educación institucional, recibiría al Rey Felipe VI, pese a estar en contra de la monarquía. Pero es más, añadió que él le daría el mismo tratamiento a Su Majestad que a Arnaldo Otegui. Es decir, para ‘Kichi’ es lo mismo un soberano que alguien que tiene las manos manchadas de la sangre de inocentes y que no se ha disculpado ni arrepentido por los asesinatos cometidos en estas pasadas décadas. Lo dicho, Cádiz no se merece un representante de esa calaña y no sé si incluso sus manifestaciones pueden ser fruto de una denuncia por parte de las asociaciones de víctimas del terrorismo.