La vida es un Carnaval...y la Justicia también
¡5.000 euros por revelar un parte médico y difundirlo en los medios de comunicación y mientras, los responsables de las quemaduras de una chica que pudo haber fallecido en el acto aún siguen esperando la sentencia condenatoria para ir a prisión y tener que abonar una millonaria fianza!
Sí, mis queridos amigos, así funciona en este nuestro país la Justicia, que no sólo es ciega, sino también insensible y capaz de cargar contra un triste robagallinas mientras personajes de cuello blanco y corbata perfectamente combinada choricean al personal como si no hubiese un mañana y con la anuencia de unos jueces que dilatan los procesos que acaban criando telarañas en las gavetas de sus despachos.
El caso de la niña Saida Prieto, candidata a reina de Carnaval en el año 2013 y que estuvo a punto de perecer en plena gala cuando el traje comenzó a arder por puro accidente, después de tres años de dimes y diretes judiciales, resulta que comienza por condenar, pásmense ustedes, a las personas que revelaron el informe médico de la joven e ir actualizando el mismo en medios de comunicación en redes sociales. Se habla de que esta revelación de secretos resulta gravísima y una revelación contra la intimidad de una persona, extremo en el que podemos estar de acuerdo, pero lo que resulta demencial es que los primeros condenados sean personas ajenas a quienes atentaron, de manera involuntaria, contra la vida de esa joven.
¿Qué pasa, señores? ¿Qué es que ir contra el diseñador o contra el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife resulta un marrón demasiado grande que hay que evitar a toda costa? Dicen que se espera sentencia para el mes de noviembre de 2016, pero ya me malicio de que la misma sufrirá una demora considerable porque aquí hay demasiados intereses en juego y porque estando de por medio la aseguradora Mapfre, la que debe hacer frente de forma subsidiaria de la indemnización, me espero más de una sorpresa, y no muy agradable, dicho sea de paso, básicamente porque esa misma compañía fue la que quiso valorar como un mero accidente de tráfico el trágico accidente de Spanair del 20 de agosto de 2008.
En fin, en este caso, nunca mejor dicho la Justicia enmascara la realidad a su conveniencia y pone en el punto de mira a quienes revelaron unos datos más o menos íntimos, pero sigue teniendo pululando libremente en la calle a quienes fueron los responsables de haber podido mandar a Saida Prieto al otro barrio. Para que luego digan que la vida no es un Carnaval.
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