Blogia
Desde mi escaño

PP y Ciudadanos: la política de decir una cosa y hacer la contraria

Dicen que la política es el arte de hacer posible lo imposible o, centrándonos en España, es esa ciencia en la que es posible decir una cosa y hacer exactamente lo contrario. ¿Los argumentos? No preocupan, ya se molestarán los asesores de turno en hacernos comulgar con ruedas de molino y seguir considerando a los votantes como una especie de masa borrega que no tiene más memoria que la cortoplacista. Como decía una compañera de profesión respecto a unas becarias que tuvo que tutelar y formar, creen en la clase política que tenemos memoria de pez, que al día siguiente se nos ha olvidado lo que nos han dicho y nos han vendido como el paradigma de los principios irrenunciables. Aquí lo único irrenunciable para determinados políticos es el no perder la oportunidad, casi siempre de oro, de permanecer en el machito, en el centro de la poltrona mediática.

Viene toda esta perorata a cuento y a cuenta del cambio de opinión repentino de Albert Rivera y su matraquilla continua del no voy a apoyar a un Gobierno presidido por Mariano Rajoy a lanzarse a sus brazos a cambio, eso sí, de unas medidas evidentes de regeneración política que, vistas con detenimiento, son justas y necesarias porque ya estamos hasta el gorro de Bárcenas y finiquitos en diferido, pero perfectamente podían haberse puesto sobre la mesa mucho antes, un 27 de junio de 2016 o, tal vez, un 21 de diciembre de 2015 y así nos habríamos ahorrado segundas elecciones y, de paso, no estaríamos conjugando el fantasma de los terceros comicios.

Albert Rivera se nos presenta ahora ante la sociedad española como un San Luis redivivo, como un santo de estampita, ese niño con cara de no haber roto nunca un plato, pero el de Ciudadanos tiene una hemeroteca reciente de negativas y portazos a un PP que tampoco puede olvidar los ninguneos a Ciudadanos cuando se refería a esta formación como Naranjito, definición célebre del bocachanclas por excelencia llamado Rafael Hernando. De ser una formación de risa y de dibujos animados, ahora todos inclinan la cerviz a lo Josep Piqué con Bush y tratan a cualquiera de sus líderes de ‘Don’. Ya saben, la poltrona hace extraños compañeros de cama.

Y miren, no seré quien censure que por fin haya abierta una vía para el entendimiento y de que España pueda tener Gobierno de una vez por todas, pero, por favor, que no traten de vendernos motos usadas. Aceptamos pulpo o acuerdo en este caso por un tema de responsabilidad, pero que nadie nos haga tragar el sapo que, de repente, las fobias y rencillas entre peperos y Ciudadanos se han derribado como quien destruye un castillo de naipes. Eso no se lo cree ni el tonto indispensable para que funcione el timo de la estampita.

0 comentarios