¿Debe descender el Villarreal a Segunda División?
Otro escándalo se cierne sobre el fútbol español, otro escándalo que, mucho me temo, volverá a quedar sepultado porque en este deporte y en este país se ha instalado la vieja creencia de que todos los componentes de este negocio son perfectos extras de ‘La ley del silencio’, todos saben lo que pasa, pero nadie se atreve, al menos públicamente, a denunciar los hechos por los cauces oficiales.
El nuevo hecho que hace enrojecer de vergüenza al balompié patrio lo protagoniza de manera directa el Villarreal. El conjunto amarillo, tal y como reconoció su presidente, Fernando Roig, se dejó perder en la última jornada de la Liga 2015-2016 frente al Sporting de Gijón para así favorecer que éste obtuviese la permanencia y perjudicase al Rayo Vallecano que había vencido al Levante, pero el triunfo de los de El Molinón le condenaba a la Segunda División.
Eso sí, dice el señor Roig, tal vez para descargarse de toda culpa o porque tenía ganas de cobrársela a su exentrenador, Marcelino García Toral, que fue éste el que ordenó que el equipo castellonense perdiera ante los gijoneses, algo que tampoco sorprendería porque fue el propio técnico quien días antes de enfrentarse a sus paisanos deseó que estos pudiesen obtener la salvación. Como diría el clásico, blanco y en botella. Y añade el mandatario amarillo que por ese motivo despidió al míster antes de que comenzase la temporada.
Sí, claro, queda muy bien como gesto de cara a la galería, pero en realidad la pregunta es la siguiente, ¿por qué no le puso de patitas en la calle nada más producirse esa derrota que, de paso, perjudicó a un tercero en discordia? No me terminan de cuadrar el argumento o la explicación de Fernando Roig y si fuese el presidente del Rayo Vallecano, Raúl Martín Presas, estaría exigiendo una urgente aclaración y una investigación para esclarecer los hechos.
Siendo lego en materia legal deportiva, lo cierto es que esa confesión del dirigente del Villarreal tendría todos los visos de acabar con una fuerte sanción administrativa para su equipo, tal vez incluso con un descenso a Segunda o incluso Segunda B, rescatar al Rayo de la categoría de plata y una inhabilitación al mandatario por haber sido colaborador pasivo en esta adulteración deportiva. Pero claro, esto es España y aquí no va a pasar absolutamente nada.
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