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Desde mi escaño

Daño a la solidaridad: el 'caso Nadia' pone a muchas ONG bajo sospecha

Fernando Blanco, el desalmado padre de Nadia, esa niña a la que han diagnosticado una de estas llamadas enfermedades raras y que ha paseado como un mono de feria por los platós de las televisiones para recaudar fondos para una supuesta operación que aún no se ha efectuado, y eso que la historia se puso en marcha en 2008, ha conseguido que muchas personas con un corazón solidario empiecen a ver con bastante recelo otros casos de padres que han constituido fundaciones para luchar contra otros males que tampoco cuentan con un gran interés por parte de la ciencia para ser investigados en profundidad.

Este señor, al que directamente me gustaría referirme como sujeto desaprensivo, un ser peor que una alimaña, no sólo ha actuado como un auténtico cicatero al no llevar a su hija a los mejores especialistas, sino que ha intentado hacer un proceloso y provechoso negociete abusando de la confianza de una sociedad presta y dispuesta a ayudar en este tipo de causas. Ahora, dice muy plañidero él, que está dispuesto a reintegrar uno a uno los más de 300.000 euros que se ha sacado con este montaje.

Pero no es suficiente. En primer lugar, ese elemento ha jugado con la salud de su hija y, de paso, ha ensuciado y enturbiado el prestigio de otras asociaciones que nada tienen que ver con este tipo de aviesas prácticas. Estoy convencido de que no hay padre sobre la faz de la Tierra que no se gaste lo que tiene y lo que no tiene en sacar adelante a un hijo al que detectan una enfermedad de las que denominan raras y que suele ser sinónimo, desgraciadamente, de incurables.

Miren, conozco a una familia a la que, por estas cosas del destino, les nació una hija con serios problemas y sé de buena tinta todas las puertas a las que han tocado, los viajes a distintos especialistas, las campañas de solidaridad que han lanzado para poder recaudar unas mínimas cantidades que cubriesen viaje, estancia y tratamientos. Esas personas están que echan las muelas con gente como Fernando Blanco porque sienten que acaba de poner en el disparadero a todas esas familias que honradamente han conseguido fondos y los están empleando en lo que habían dicho. ¿Quién resarce la honorabilidad de estas personas que han ido de cara y que ahora pueden toparse con el muro de las sospechas y las susceptibilidades?

Por eso, lo que ha hecho el padre de Nadia es triplemente grave. Por un lado, lo más importante, no le importa mantener enferma a la hija, ha estafado a muchas personas que de buena fe han aportado ayuda económica o han puesto el rostro para apoyar la causa, como Alejandro Sanz, y encima ha arrojado la sombra de la sospecha sobre otras asociaciones que nada tienen que ver con este tipo de comportamientos deleznables y despreciables. Sólo espero que a este sujeto le quiten de por vida la custodia de la menor y, de paso, que le metan una buena temporadita en la sombra. Desalmados de su calaña no los queremos ni a 1.000.000 de años luz a la redonda.

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