La política no es un reality

La política en este país no puede ser esa puerta giratoria por la que uno entra y sale de manera caprichosa. Al igual que cualquier otro trabajo, debería ser condición indispensable que quien entra en un cargo público, cumpla, salvo causas de fuerza mayor, la misión que le han confiado unos votantes. Lo que no es de recibo es obtener un acta de concejal, yendo al caso concreto, y de repente pedir una especie de excedencia para irte a pavonear a un reality y haciéndole la pedorreta a los vecinos que ingenuamente te han elegido, bueno elegido a la fuerza porque no quedaba más remedio al ir en una lista cerrada.

Lo cierto es que Sergio Ayala, edil del PP de Medina del Campo, le ha tomado el pelo a sus ciudadanos yéndose a ‘Gran Hermano VIP 5’ cuando él, el 13 de junio de 2015, asumía su acta en el consistorio vallisoletano. Año y medio después, las ansias por la política de este joven de 25 años se esfumaban como por arte de magia para irse al mundo del vodevil, a la superficialidad mediática de la casa de Guadalix de la Sierra.

Y encima, para pasar ‘desapercibido’ a darse el lote delante de las cámaras con una concursante, y no una cualquiera. El señor Ayala ha ido a fijarse en Ivonne Reyes, y ésta, que está frita por salir en los papeles, se presta satisfecha al bolo y al rollo sentimental, una historia que tiene una duración más que limitada, y no sólo por la diferencia de edad, 25 años entre ambos, sino porque la modelo venezolana suele tener la mala costumbre de utilizar a los hombres como si fuesen kleneex, una vez usados, ya saben cuál será su destino, la papelera o pisoteados en el suelo.

Insisto, si a Sergio Ayala ha dejado de gustarle la política y se quiere dedicar a fomentar su imagen ególatra, que lo diga. Es respetable que pretenda iniciar su carrera en el mundo del faranduleo, pero no puede estar agarrando la rama del ámbito rosa y al mismo tiempo no querer soltar su sillón de concejal. O lo uno o lo otro. Las dos cosas a la vez no pueden ser.