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Desde mi escaño

Alfonso Basterra y Rosario Porto, pudríos en la cárcel

No merecen ver la luz de la calle en su puñetera vida, pero desgraciadamente acabarán viéndola porque nuestro sistema penitenciario es demasiado garantista a la hora de conceder beneficios a sinvergüenzas como los padres de la niña Asunta, esta joven china asesinada en septiembre de 2013 por la psicópata de su madre, Rosario Porto y el chulo playa de su padre encubriendo, Alfonso Basterra.

Apenas 20 años les han caído a estos sinvergüenzas de marca mayor, a estos criminales de cero escrúpulos que no tuvieron la menor duda ni el más ínfimo de los remordimientos para acabar con la vida de su propia hija adoptiva en base a una serie de celos o paranoias que la perfecta actriz de su mamá dejó entrever a lo largo de los interrogatorios y sobre todo de las maratonianas sesiones de las que ha constado el juicio por este crimen.

La tal Rosario Porto, en determinados momentos, me recordó a otro criminal, a otro pedazo de hijo de puta llamado José Bretón, el tipo siniestro que quemó a sus dos hijos en la finca de Las Quemadillas, otro tipejo que durante el juicio mostró esa cara de yo no he sido y que tuvo la nula desvergüenza de asegurar que los pequeños estaban vivos porque lo único que se había hallado eran restos muy minúsculos de los niños ya carbonizados y que incluso llegaron a ser confundidos con restos de animales. Rosario aquí no podía escurrir el bulto porque aquí sí que había cadáver, pero trató de enmierdar todo lo que pudo durante la vista.

Y qué decir del cabronazo del papá, del Alfonso Basterra. Un sujeto mendaz, chulo, prepotente y desafiante. Es el clásico individuo de taberna de mala muerte, alguien con quien preferirías no discutir antes que verte enredado en una pelea a puñetazo limpio con él. La pena es que a este sinvergüenza, junto a su esposa o exesposa le dieran en adopción a un ángel de niña para matarla vilmente. Si no estaban bien de la cabeza ni el un uno ni la otra, ¿para qué adoptaron? ¿Para conseguir un estatus social? Lo dicho ojalá y se pudran en la cárcel, pero me temo que dentro de una década saldrán y se pasearán por la calles de Santiago de Compostela como si nada hubiese pasado. Una soga les daba yo para que se ahorcasen.

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