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Desde mi escaño

Los malos modos populistas de Rafa Mayoral (Podemos)

Les han comido la tostada y están que no viven. Podemos sigue sin visualizar y sin ser consciente de que la vida parlamentaria se rige por otros códigos, que las algaradas callejeras no tienen lugar en los escaños de la Carrera de San Jerónimo, que la política de pancarta no arregla situaciones, que los pactos están dentro del hemiciclo y que fuera, aparte de gastar pilas en altavoces y dejarse la garganta a grito pelado, poco o nada puede lograrse salvo algún titular de prensa.

Rafa Mayoral, ese diputado podemita que cada vez está logrando una degradación estética digna de todo un quincemero, no sólo desconoce las reglas más elementales del juego parlamentario, sino que encima pretende ganar en el duro asfalto lo que ha perdido en la Cámara Baja por hacer seguidismo de su jefe, un Pablo Iglesias que, tal y como ha demostrado, no hay más ley que la que emana de su coleta.

Mayoral, que siempre se había distinguido por una persona de corte educado, demostró que el hecho de que PSOE, PP y Ciudadanos hayan hecho suya esta lucha contra la pobreza energética y hayan dejado fuera de juego a los podemitas no le ha gustado un pelo y sólo le faltó ver en la calle a cargos socialistas reforzando lo pedido en el Parlamento para gritarles: “¡sinvergüenzas!” y que allí no pintaban nada. Un poco más, y un podemita de base casi les echa de la marcha. Ese es el nivel y el pésimo talante democrático.

Insisto en que si Podemos no sabe acatar las reglas del juego parlamentario, lo que tiene que hacer es dejar el mullido escaño, volver al asfalto de la Puerta del Sol y empezar otra vez con la matraca del ‘no nos representan’. Los podemitas tienen que entender de una vez por todas que están en las instituciones para gobernar por el bien común, no por los intereses de cuatro amiguetes y que, por supuesto, el hecho de ser parlamentario nacional les confiere una amplia responsabilidad que va más allá de cobrar un sustancioso sueldo, dietas aparte. Y es que Podemos sigue muy apegado a la calle, pero claro, ha visto que estar dándole a un botón también tiene sus ventajas y uno tiene más fácil el ser populista cuando tu nómina de llena de miles de euros a final de mes.

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