España ya no sólo es Nadal
Lo mejor que le pudo pasar al tenis español, amén de que se mande a mudar el ínclito presidente, Pedro Muñoz, fue que en la final de la Copa Davis no tomase parte Rafa Nadal (y no lo digo con ni por maldad). Muchos apostábamos a priori por una derrota más o menos clara de la armada española frente a los argentinos, basándonos en la ausencia del número uno mundial y que el encuentro tenía lugar en Mar de Plata, es decir, con la afición a favor de la albiceleste.
Las previsiones más pesimistas comenzaron a cumplirse nada más jugarse el primer partido, pero después los españoles, sin Nadal, pero con unos espléndidos Verdasco y Feliciano López, lograron revertir la situación e imponerse claramente en los tres siguientes envites y, por tanto, alzarse con la apreciada Ensaladera. Ello, sin duda, ha permitido que el tenis patrio haya experimentado un crecimiento importantísimo, puesto que todas nuestras bazas siempre han estado depositadas en los últimos años en la presencia del manacorí, pero ahora se ha demostrado que hay respuestos de garantía.
Y eso es lo que pudimos presenciar en las semifinales del Open de Australia entre Verdasco y Nadal, ¡qué tenis de altura! Más de cinco horas de emocionante partido que al final cayó del lado de Rafa, pero que perfectamente podría haberse decantado la victoria en favor del madrileño, rival que, por cierto, prefería el suizo Federer para la cita de mañana.
Sea como fuere, el deporte de la raqueta en España, al menos en categoría masculina, tiene ante sí un futuro más que brillante y, lo más importante, que ya no sólo se tiene dependencia de un sólo pilar. Otra cosa es lo que sucede en la categoría femenina. Tan sólo tenemos a Carla Suárez o Anabel Medina como máxima exponentes y, aunque son buenas tenistas, éstas sí que están a años luz de las hermanas Williams o de toda la pléyade de deportistas rusas que actualmente abundan en el circuito internacional.
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Lewis Rogers -